MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
“De todas maneras, señoras y señores, el más bonito es el nuncio”, aseguró el nuncio apostólico en Colombia, monseñor Luis Mariano Montemayor, tras tomarse una foto en las afueras de la Casa Arzobispal, en el barrio La Francia, y de un desayuno con miembros de la Asociación Amor por Manizales.
Su humor lo combina con la seriedad que aborda temas candentes en Colombia, y no le saca el quite a lo que se le pregunta. Es directo, como buen argentino, y en 10 meses en el cargo conoce al detalle lo que pasa en el país.
Fue su primera visita a la ciudad, de la que se fue asombrado, dijo, de la cooperación entre la sociedad civil y la Arquidiócesis para la ejecución de obras de bien cívico como conservación de la Catedral como bien cultural; creación del Museo de la Catedral, proyecto para el que podría haber ayuda técnica de personal de los museos vaticanos, y transformación del Colegio de La Salle, en el barrio San Cayetano, para el que la Conferencia Episcopal Italiana donó unos 200 mil euros (unos $756 millones). “Este Colegio es un poco un joint venture (asociación estratégica temporal) entre la Alcaldía, el arzobispado y la comunidad”.
Con los acuerdos de paz
- Le ha tocado vivir momentos convulsionados en Colombia, especialmente en materia de paz. ¿Cómo ve el proceso con las Farc?
No vamos para atrás, es errado pensarlo. Vamos para adelante, despacito. Hay cosas que se están consolidando. He visitado seis espacios territoriales de capacitación y reincorporación, además he recibido al secretariado de las Farc, me reúno con la Misión de Verificación de la ONU, colaboro con algunas embajadas (Alemania, Unión Europea), tenemos algunos proyectos comunes que tienen que ver con paz, reconciliación y perdón. Estamos llegando a una etapa que ya no es el Estado, que está haciendo su parte, bastante bien, diría, dentro de los medios que tiene, porque hay problemas de presupuesto en la reintegración de los excombatientes. En otros campos hay mucho qué hacer todavía, pero, es el momento en que la sociedad colombiana tiene que posicionarse y asumir el proceso. ¿Se quiere la reintegración de los excombatientes?, ¿cómo se dan pasos en función de dejar de lado las recriminaciones, los rencores, los odios y aceptar que juntos, a pesar de las diferencias, podemos vivir en común?
- Delegados de la Comisión de Verificación han dicho que en Colombia somos demasiado negativos frente a la paz, ¿no estamos viendo los avances?
Sí. Ha habido como una inflación de expectativa; es decir, la opinión pública colombiana, tal vez por ser ansiosa y desear demasiado pronto los frutos de la paz, creyó que bastaba con firmar un acuerdo. Y no, el acuerdo hay que aplicarlo, hay que hacerlo real en la sociedad porque hay cosas que no se podrán cumplir, porque son utópicas.
- ¿Qué es utópico en el acuerdo de paz?
Bueno..., no quiero cerrar las posibilidades, pero la Reforma Rural no se va a producir porque lo dice el acuerdo. Nunca se ha hecho una reforma agraria profunda en Colombia, a pesar de ser tema que condiciona la paz. 20 años atrás no se tenía un sector económico dinámico de exportación integrado a la globalización, a la cual le interesa la paz por costos competitivos, y hoy lo tenemos. Entonces ya hace más relativo qué es la reforma rural, que es darle un pedazo de tierra a cada campesino; habrá que encontrar solución a ocho millones de desplazados; ese sí es el punto de reivindicación legítimo que se planteó en el acuerdo. Sin solucionar eso se generan posibilidades de repetición de violencia.
- ¿También menciona como utopía la Reforma Política, por qué?
La reintegración de las Farc como partido se va a dar en la lucha electoral normal sin privilegios, cuando se terminen estas curules que les concedieron de oficio. Las cosas no son tan fáciles, hay que convencer. Ninguno duda que hay que resolver el problema de los desplazados, ¿pero cómo?; ninguno duda de que las Farc tienen que reintegrarse y sus reivindicaciones proponerlas en modo democrático, ¿pero cómo? Vamos a ver, y dependerá también de si los ciudadanos los votan o no. Es un aprendizaje.
Coyunturas nacionales
- Se dice que el gobierno Duque no ha sabido manejar las situaciones conflictivas en el país, ¿qué le recomendaría al presidente?
Yo no le digo nada al presidente porque no gobierno con él, es su responsabilidad. Hay que reconocer que el contexto del gobierno es complicado, porque estamos en un momento internacional muy difícil. Tenemos una frontera de 2 mil 300 kilómetros con Venezuela que ya nadie controla y que no puede ser controlada si no hay cooperación de los gobiernos, y no hay ese vínculo. No hay que ser experto en cuestiones de seguridad para saber que Venezuela está usando el tema de la agitación interna en Colombia para, de alguna manera, debilitar también la posición dura de Colombia con respecto al régimen de Maduro. Además, se nos están complicando las tensiones internas: las disidencias, el Eln, la protesta social, el desempleo. Todo eso se nos complica con la relación bilateral, la relación continental -porque está el Grupo de Lima- y la gran geopolítica mundial porque estamos tratando con Estados Unidos, Rusia, China, Cuba, Nicaragua. La economía crece, pero igual el desempleo. Los mismos empresarios están preocupados porque son conscientes de que el aumento del índice de desempleo es casi una receta para la inestabilidad social.
- ¿Cómo ve el éxodo de venezolanos a Colombia?
Hay que ayudarlos, pero Colombia no puede sola, y de hecho estamos canalizando ayudas. No quiero criticar, pero la Iglesia está siendo más eficiente a veces que las estructuras administrativas del Estado en canalizar una ayuda concreta, miremos lo que estamos haciendo en Cúcuta o la Pastoral Social en muchas diócesis en donde están asentados o están los caminantes que pasan. Tenemos más capacidad, porque también ellos confían en nosotros; estamos en el terreno, somos menos burocráticos y tenemos un acceso más directo a la ayuda internacional, que a su vez confía más en nosotros. Pero el volumen de la migración venezolana, más lo que va a venir porque esto no se resuelve en un año y lo que podría llegar a venir si Venezuela se desestabiliza, exigiría una convergencia de esfuerzos y un plan nacional, que es lo que de alguna manera le pedimos al Gobierno nos facilite.
Papel de la iglesia
- ¿Cuál es su posición frente a los rechazos a la protesta social?
Tuve un profesor de Derecho Constitucional que nos decía, en medio de la gran protesta argentina de los años 70: muchachos, no existe el sistema político perfecto. Ahí donde no se protesta, es porque está prohibido. Así que la protesta es una forma normal de la democracia, pero no significa el vale todo; hay derechos qué respetar. Uno no puede destruir la propiedad privada porque tiene derecho a la protesta; no puede transformar una reivindicación de derechos legítima en una agresión a las fuerzas de seguridad o al sistema político vigente, porque entonces qué es lo que se quiere en realidad. Lo que hemos visto en las últimas protestas es una mezcla a veces de infiltraciones, de motivos que de alguna manera desvían o manipulan una protesta legítima. Diría que los sistemas de seguridad se tienen que acostumbrar a la protesta, y a como encausarla evitando las fricciones y las provocaciones; eso supone entrenamiento de las fuerzas y cierto diálogo con los organizadores de las protestas. He sido universitario también, me pegaron y pegué; ahí era así (en Argentina), pero hay que hacer un esfuerzo para no desviar una protesta legítima. El estudiante universitario es un militante motivado, que ya actúa por cuenta propia. Es muy difícil regimentar estas protestas, pero hay que hacer un esfuerzo para no desviarlas.
- La Iglesia Católica ha sido muy exitosa para desarrollar proyectos, ¿cómo podría colaborar en la reincorporación de excombatientes?
Estamos cooperando, pero es lo que les he dicho a las FARC: ustedes tienen sus disidencias, nosotros también. No todos pensamos lo mismo. Es un golpe demasiado grande, y además no es lo mismo el sentir en cada departamento de Colombia. Los procesos van a distintos ritmos de velocidades. He visto, por ejemplo en el Catatumbo, zona extremamente violenta, los productores de aceite de palma que son minifundistas y organizados en cooperativas, han hecho vaquitas para apoyar a los del espacio territorial en su producción, porque los prefieren ahí y no pidiendo exacciones (extorsiones), y eso es inteligente. Fue una decisión de las cooperativas, que además les están enseñando cómo hacer, que no solo es producir sino también vender. He visto en el Urabá antioqueño a propietarios de fincas abandonadas por la guerra o por problemas que están dispuestos a entregar, en comodato o en venta, parte o toda la finca para que haya un espacio productivo real. Esa es una decisión privada, que podría no haberse dado, pero está. Y esa es la etapa que estamos atravesando, por eso es que digo que no estamos yendo atrás.
- Le gusta mucho el tema ambiental, ¿qué hacer para preservar el planeta?
En nuestra acción evangelizadora nos tenemos que poner también en el problema de la conservación de la biomasa de la Amazonía, que es de alguna manera para la sobrevivencia del planeta. No es cierto que esto sea un problema nacional, es un problema de la comunidad internacional, que por supuesto tiene que respetar las soberanías. El presidente Duque lo entendió llamando a los países de la zona amazónica al Pacto de Leticia.
El nuncio habla sobre...
- La austeridad para el clero
“El santo padre nos llama al desprendimiento, a la integración con los sectores menos favorecidos para los cuales exhibición de lujo podría ser un insulto. Un sacerdote que se dedica al consumismo de artículos de alta calidad no va a ser muy disponible al olor de los pobres. El papa insiste porque es un antitestimonio y aleja a los sectores que más necesitan de la presencia sacerdotal”.
- El celibato para los sacerdotes
“No se trata de terminarlo o no. La Iglesia va a seguir teniendo la opción celibataria, pero como le dije al clero de Manizales: siempre tuvimos sacerdotes casados, históricamente. Y además no se olvide que las iglesias católicas de tradición ritual oriental siempre los tuvieron, nunca adoptaron obligatoriamente, como la Iglesia Latina, el celibato para la ordenación. No es un problema de dogma de fe, es un problema de disciplina eclesiástica que puede cambiar de forma general, que no creo, o puede cambiar particularmente, según las necesidades geográficas o culturales. Y les recordaba, el papa Benedicto admitió un sistema para integrar a los sacerdotes que venían de la Iglesia Anglicana en la cual se admitió sacerdotes casados, lo que no significa que vamos a abolir la opción disciplinaria, pero que podrá tener flexibilizaciones o cambios geográficos o por grupos, no sabemos”.
- Participación de mujeres en procesos eclesiales
“El error es creer que la única participación de la mujer es el sacerdocio, es un clericalismo que nos haría entrar para atrás. No entro en la cuestión de si puede o no puede ser. El sacerdocio cristiano parte del bautismo, y la mujer es bautizada, punto. Es más que lo discutan los teólogos, y vean cuándo, o sí o no; pero lo que es cierto, y el papa lo está mostrando, es que la mujer tiene que ir ocupando puestos de dirección en la iglesia y eso significa repensar de alguna manera la conducción misma de la evangelización. Hasta hace poco no había ninguna subsecretaria mujer religiosa en nuestros ministerios en el Vaticano, ahora las hay, poquitas todavía, pero hay”.
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