Consternada. Así se encuentran la comunidad católica y los vecinos de Corales, al saber que uno de sus diáconos más queridos perdió la vida de una manera inesperada.
Lisandro Abadía Santacruz, un hombre sencillo, amable y entregado a Dios y a su familia, murió en el sitio al que le dedicaba gran parte de su vida, la parroquia Sagrada Familia de ese sector del suroccidente de Pereira.
El hombre, mano derecha del párroco Martín Villa, estaba cumpliendo con su misión diaria, mantener lo más bonita posible su iglesia.
Como siempre desde el 2000, cuando llegó a prestar sus servicios en esa comunidad, era muy colaborador. En su tarea se subió ayer al techo para hacer unos arreglos y cuando pasó a la parte más alta de la estructura, de unos 15 metros, la teja no resistió, se rompió y vino el lamentable momento, se cayó al piso, justo al frente del altar de la parroquia Sagrada Familia.
Sus familiares, que viven en el mismo barrio, se dieron cuenta unos minutos después de lo sucedido, pues todo se detuvo en la zona en la tarde de ayer, ya que los pobladores no hacían sino comentar sobre el buen hombre y el amigo de todos, don Lisandro, el colaborador y buen orador que se había ido para el cielo.
Lisandro deja tres hijos y a su esposa Miriam Sánchez, con quien compartió muchísimos días de vida. Es recordado como un padre ejemplar y un abuelo divertido.
Esta semana Lisandro había dado unas palabras muy hermosas a la comunidad, muchos creen que fue su forma de despedirse porque habló de la muerte y la resurrección.
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