Altamira, dolor colectivo

En las calles del barrio Altamira, sector deprimido de Fundación donde el pasado domingo ocurrió la tragedia que hoy enluta al país, se puede sentir el lamento de los familiares de los 33 niños incinerados, noticia lamentable que impactó al mundo y que tienen a este barrio convertido en una especie de velorio colectivo, toda vez que en las puertas de las casas se observan las escenas de condolencias.

Con rostros compungidos, los más afectados con esta cruda realidad son los miembros de las familias que vieron cómo las llamas acabaron con las vidas, las esperanzas, las ilusiones de estos pequeños.

Como en las procesiones que suelen registrarse en los pueblos del Magdalena, decenas de personas en grupos caminan las calles de Altamira y van llegando casa por casa para expresar su solidaridad con quienes sienten que desde el pasado domingo les arrancaron un pedazo de sus vidas.

“Esta es una tragedia que nos dejará de luto para toda la vida”, es la expresión que se escucha de los vecinos que se han encargado de transmitirles fortaleza a las personas que más lo necesitan: los padres de los menores muertos.

Mientras tanto, desde el interior de las viviendas donde hoy las familias víctimas de esta tragedia ya no encuentran las sonrisas de sus hijos, lo que se escucha es un lamento prolongado, que sin duda les sale del alma a los agobiados: “por qué te los llevaste Señor”.

El barrio Altamira de Fundación, hoy en boca de todo el mundo por la nefasta situación registrada, es un sector como de invasión, con calles destapadas, empedradas y en condiciones precarias con casas de bareque e incluso de tablas. En la mayoría de los casos son familias que viven del tradicional “rebusque”, gracias a la informalidad y la falta de oportunidades laborales que campean en esta tierra de nadie.

Preparan obra

Desde el colegio Instituto Fundación, en la sede de la Institución Educativa Departamental “Antonio Nariño”, en donde estudiaban la mayoría de los menores que murieron, ellos, los menores llenos de ilusiones, preparaban una obra de títeres cuya presentación había sido aplazada en varias ocasiones por los paros de maestros que recientemente se dieron en el país. “Estaban llenos de ilusiones y la idea era presentar esa obra de títeres antes de irnos a vacaciones, pero no les alcanzó la vida”, afirmó Clemente Charris, una persona del barrio que conocía de los ensayos de la presentación en el colegio.

Desde esas mismas instituciones, los compañeritos de clases, los docentes y la comunidad educativa en general se han encargado de enviar mensajes de mucho dolor y con gratos recuerdos, los cuales están siendo publicados en el sitio donde ocurrió la tragedia y que hoy se erige como un santuario. Un camposanto que es visitado por muchas personas, que se han solidarizado con el municipio de Fundación.

A la cárcel

Como presuntos responsables del delito de homicidio simple con dolo eventual en concurso homogéneo fueron afectados con medida de aseguramiento intramural Manuel Salvador Ibarra Plaza y Jaime Gutiérrez Ospina, líder espiritual y conductor del bus, respectivamente, por los hechos ocurridos el pasado fin de semana.

Ante el Juez Sexto Penal Municipal con funciones de control de garantías de Santa Marta, los procesados no aceptaron los cargos endilgados por un Fiscal Seccional de la Unidad de Reacción Inmediata.

El juez, atendiendo varios requerimientos y para salvaguardar la vida de los imputados, dispuso que cumplieran la detención en la Cárcel Distrital de El Bosque, al sur de Barranquilla.

Inicialmente fueron recluidos en la Cárcel Judicial de Santa Marta y en la capital del Atlántico serán confinados en una celda especial, con permanente vigilancia por el Inpec, para evitar cualquier atentado contra sus vidas.

Investigadores del CTI de la Dirección Seccional Magdalena, con apoyo de la Sijín, adelantaron los actos que permitieron determinar las causas del accidente. Así, se estableció que Ibarra Plaza contrató el vehículo para trasladar a los menores. Sin embargo, según el análisis técnico al automotor, se detectó que este solo contaba con el sistema de funcionamiento a gas, por lo que tanto el conductor y el líder espiritual, al no conseguir que les vendieran este combustible por las condiciones precarias en que se encontraba la buseta, habrían decidido instalar un dispositivo artesanal irregular para el suministro de gasolina.

Este sistema consistía en colocar una manguera al carburador y suministrar la gasolina para hacer funcionar el vehículo, con ello los hoy procesados lograron realizar tres viajes antes del siniestro.

En el informe pericial se indica que, al parecer, el bus se apagó en dos ocasiones por falta de gasolina, en las cuales al manipular el dispositivo instalado permitió que se regara combustible alrededor de la tapa del motor, lo que ocasionó una chispa en el motor de arranque y el posterior incendio.

Mientras los niños heridos son atendidos en clínicas de Santa Marta, Barranquilla y Fundación, los cuerpos de las víctimas fatales permanecen en Medicina Legal de Barranquilla, donde se adelantan las labores para establecer su plena identidad y entregar los cuerpos a sus familiares.

Manizaleños también están de luto

El profundo dolor que embarga a Mauricio Andrés Betancur, brigadista de Mercaldas sector Las Palmas y papá de una niña de 4 años, lo llevó a hacerles un homenaje a los 33 niños que perecieron en la explosión del bus en Fundación (Magdalena).

Allí se instaló una especie de altar con rosas, claveles y velas para recordar a los pequeños. "Manizales también está de luto y llora a los 33 angelitos fallecidos", reza el cartel dispuesto sobre la Avenida Santander.

“No se trata de decir qué pesar y ya, sino de hacerles una ofrenda, pensando especialmente en sus familias. Muerte es muerte, pero esto fue una muerte nefasta, que le pudo pasar a cualquiera de nuestros hijos”, expresa Mauricio, a quien le ha sorprendido la acogida de su idea entre los manizaleños. “Varios particulares han llegado a encender sus velas y orar un momento”.

El homenaje permanecerá hasta hoy a las 10:00 de la noche, así que usted está a tiempo de unirse.

“No es que sea muy sensible, pero he derramado muchas lágrimas por esta tragedia”, concluye.

La tristeza embarga a los habitantes de Altamira.