Su nombre, para muchos, no es más que un enemigo del pasado. Una sigla condenada a desaparecer. El Gobierno Nacional ve al Eln como una guerrilla desahuciada. Sin embargo, informaciones de inteligencia hablan de un plan de reactivación armada de este grupo en varias regiones del país.
Los hechos lo demuestran: el pasado 18 de enero, esta guerrilla secuestró a cinco personas, entre ellas, dos peruanos y un canadiense, en zona rural de Bolívar. Cinco días después, ejecutaron un atentado en Argelia (Cauca), que dejó siete heridos, entre ellos, dos menores de edad. Los guerrilleros también serían responsables del secuestro del comerciante Leopoldo Rosero, retenido el 22 de enero en límites entre Cauca y Nariño.
De acuerdo con organizaciones que estudian el conflicto armado, el Eln contaría con unos 2.500 hombres que tienen una misma misión: generar acciones de impacto, demostrar que no son un grupo derrotado, llamar la atención del Gobierno.
¿Cómo? A través de secuestros, hostigamientos a puestos militares, ataques a la infraestructura petrolera y eléctrica, atentados con explosivos.
Incluso, un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris sostiene que este grupo sería responsable de al menos el 10 por ciento de los secuestros cometidos en el país. El porcentaje podría ser mayor desde que las Farc anunciaron el fin de esta práctica. Como consecuencia, el Eln estaría tomando el control de los plagios.
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