La Feria de los moteles en Manizales

HÉCTOR JAVIER BARRERA

LA PATRIA | MANIZALES

Dicen que una canita al año no hace daño, y si es plena Feria de Manizales, los moteles son los lugares preferidos por muchos novios, amantes, amigos con derechos o simplemente aventureros,

quienes ven en el sexo clandestino la mejor manera de celebrar sus reencuentros.

Si en días fríos estos lugares para la intimidad tienen una buena cantidad de visitantes, en los festivos, como los que vivió Manizales, sus habitaciones estuvieron abarrotadas, tanto de parejas foráneas como locales, de heterosexuales, como de homosexuales e, incluso, hasta de grupos de familiares o amigos que alquilaban una presidencial, que es la más espaciosa y lujosa. También podían arrendar varias alcobas, 5 o 6 contiguas las unas de las otras.

“Cuando llegan galladas se les cobra por adelantado para evitar inconvenientes posteriores por posibles daños. Por otro lado, si traen música y quieren rumbear lo pueden hacer tanto en sus habitaciones, como en los carros”, contó Yamile Rivera Sáenz, administradora del Motel Arizona.

“Generalmente los grupos no hacen desorden, pero si no hay espacio, no se les atiende. Aunque hay que aclarar que no siempre vienen a tener sexo, también buscan tranquilidad para tomar y conversar. Por eso, aquí tenemos el servicio de conductor elegido, en convenio con algunos taxistas de confianza que nos apoyan para que quienes salgan embriagados lleguen bien a sus casas”, narró Claudía Marcela Rivera Salazar, administradora del Motel Emperador.

Sexo para todos

Según la funcionaria de Arizona, allí no hay discriminación con parejas homosexuales. Lo mismo manifestaron otros administradores de moteles consultados. “Son prudentes, respetuosos y buenos clientes. A veces, son más escandalosos y problemáticos los heterosexuales que ellos”, aseguró Rivera Sáenz. No faltaron tampoco los adultos mayores que desfogaban sus pasiones allí, especialmente en semana, porque los deseos carnales no excluyen edades.

Exceso de lujuria

La semana de Feria se vendió tanto que en algunos moteles no se pudieron hacer reservas. Las habitaciones se le asignaban a los primeros que llegaban. Según Rivera Salazar, sábados y domingos la ocupación fue del 100%, mientras que en semana fue del 70%.

Rivera Sáenz indicó que los ingresos aumentaron en un 10% con relación a los días ordinarios. Ella tiene 18 empleados fijos, pero por el alto flujo de visitantes debió contratar 10 apoyos más para esta temporada “hot”, los cuales iba llamando acorde a la calentura de las libidos fiesteras. En el caso de El Emperador, no fue necesario aumentar los 14 empleados que habitualmente laboran allí.

Las habitaciones sencillas eran las más apetecidas, justamente por lo económicas, sus valores oscilan entre $28 mil y $47 mil.

Las horas del romance

El libro Medellín Secreto, en su capitulo sobre sexo, explica que las horas del almuerzo son las más visitadas en los moteles, especialmente por gente de oficinas: jefes que se vuelan con sus secretarias, no precisamente a degustar una bandeja paisa, pero si una paisita en bandeja.

Los horarios moteleros entre Medellín y Manizales no cambian mucho. Fuera de las horas de almuerzo, las de más movimiento de clientes eran entre las 2:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana. Después de la 1:00 de la madrugada, cuando muchos salían enfiestados de la Feria, el tablado y la parranda continuaban... Pero en las habitaciones de estos, que tenían sus propias ferias y que, a su vez, se lucraban de los efectos colaterales: los reencuentros, los cachos o simples aventuras sexuales que se incrementaban por esos días, en los que, al parecer, las altas temperaturas no solo eran por el clima.

“Y besamos un poco, no demasiado, porque lo mejor vendría después”, decía el escritor uruguayo Mario Benedetti. Dicha frase pareciera aludir a aquellos romances que empezaban en una rumba de Feria y terminaban en un motel.

Dato curioso

En algunos moteles les impiden a sus clientes estar en el ingreso. Casos se han dado en los que mientras sale el esposo con su amante, su mujer va entrando con el suyo.