Fotos | Luis Trejos | LA PATRIA Hubo alfombra roja para los fundadores de Aranjuez.

Foto | Luis Fernando Trejos | LA PATRIA

Hubo alfombra roja para los fundadores de Aranjuez.

LA PATRIA | MANIZALES

La casa de la Junta de Acción Comunal, la iglesia y el puesto de salud son el resultado material de las ventas de empanada que sostuvo la comunidad de Aranjuez para construir su barrio.

En el cumpleaños 60 de Aranjuez, Juan Manuel Moreno, coordinador de cultura y deporte, recuerda que desde hace 50 años siempre la materia prima para salir adelante ha sido la empanada, que además de generar un ingreso económico refleja el trabajo en comunidad. “Por eso nosotros aquí tenemos el monumento a la empanada”, expresa.

“Refleja lo que somos, la ayuda, el trabajo con nuestros compañeros, con nuestros vecinos. La empanada es un medio para unificar y conseguir recursos”.

Herencia

Las primeras casas de Aranjuez fueron hechas con esterilla, plástico y tejas de zinc. Poco a poco, entre vecinos fueron cambiando sus condiciones materiales gracias a los convites. “A medida que vimos las necesidades nos fuimos uniendo más y más”.

Aurelio Castaño es uno de los 20 vendedores de empanadas que hay en el sector. Llegó hace 10 años a la localidad con una venta de pizza. “Empecé sacando un puesto de empanadas en la esquina del parque principal porque la empanada es tradicional en Aranjuez y se vende más”.

Hay de chicharrón, de papa, de papa con carne, de queso y de jamón con queso. Juan Manuel Moreno cuenta que está a la espera de la de sancocho.

Los fundadores

Sigifredo Castrillón Zuluaga, Luis Alberto Franco Arango y Lucely de Franco son tres de los 350 fundadores homenajeados en el cumpleaños 60 de Aranjuez. Ellos se reunieron en un almuerzo para recordar y exaltar el trabajo que realizan desde hace 60 años por su barrio.

“Yo vivía en Bogotá, y es cuando resultaron aquí vendiendo los lotecitos. Eran unos barrancos y monte. Luis Alberto compró uno, y dijo: 'Si me caso construyo y si no, lo vendo'. Nos casamos y al año ya estaba la casita”, cuenta Lucely.  

Resalta que la casa fue producto de la autoconstrucción. “Nos pasamos con el piso de tierra, sin agua, sin luz, con las ventanas tapadas con sábanas”.  Asimismo, menciona que nunca va a olvidar el tiempo que estuvieron sin transporte público. Los carros los dejaban en la entrada que conduce hacia Villamaría y allí mismo los recogían. “No había calles, era pura tierra”.

Por otra parte, los recuerdos de Luis Alberto apelan a la aventura y a la valentía. Antes de ir a trabajar debía ir hasta un nacimiento de agua, cerca del cerro Sancancio, a recogerla en un balde para que Lucely se bañara. Cuenta: “Un día yo iba para allá, cuando delante de mí había una cosa grande que parecía un oso. Saqué el machete porque me dio miedo, pero en lugar de correr me fui detrás de él”.

Finalmente, Sigifredo manifiesta la alegría de llegar vivos a los 60 años del barrio. Con nostalgia recuerda a los que ya no están, como Mariela Soto y Sinforoso Tangarife.

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