Falleció expárroco de San Antonio

Foto | Archivo | LA PATRIA
El sacerdote Héctor Giraldo, entre sus libros. También fue cofundador de la parroquia de San José, trabajó sin recibir salario en la Policía y en el templo Jesús Nazareno (Campohermoso).

Un paro cardíaco apagó la vida del sacerdote Héctor Giraldo Giraldo, que falleció el pasado lunes en la noche luego de padecer una obstrucción intestinal en sus últimos años.
Oriundo de Filadelfia, fue un amante de las almas y de los libros, que lo llevaron a ordenarse sacerdote a los 22 años y a armar su propia biblioteca con clásicos de teología y literatura colombiana.
"Fue un hombre intelectual, inquieto y muy bien estructurado, con aportes valiosos en las reuniones del clero y activo hasta lo último, pese a su deteriorado estado de salud", relató el presbítero Camilo Arbeláez, amigo suyo. Agregó que se le dificultaba caminar, pero hasta hace poco manejó carro, lo que llamaba la atención en una persona de 89 años.
Su cuerpo, que fue cremado, lo llevaron a un osario en el templo de San Antonio donde fue párroco por lo menos 30 años, y se ganó el cariño de la comunidad.
"En mis homilías procuro dar a la gente un mensaje claro acorde con la realidad que vivimos", dijo el sacerdote en un artículo de LA PATRIA publicado el 14 de enero del 2007. Para él también era fundamental que a través del sacramento de la Confesión las personas no se sintieran regañadas, sino que aprendieran cómo vivir tranquilas y en paz.
De su buen trato da fe Rubialba Betancur, feligrés de San Antonio. "Fue muy buen sacerdote, pues era muy allegado a los pobres. Fue muy estricto, pero no regañón", afirmó.
En los últimos meses celebró misas en el templo de San Jorge. "Fue un sacerdote íntegro y un historiador digno de escuchar. Hoy que ya no está con nosotros siento un vacío espiritual inmenso", expresó Isabel Pinzón, habitante de San Jorge.
En su vida familiar tampoco desentonó. Fernando Giraldo, un sobrino, contó que él cuidó a su papá cuando los abuelos fallecieron. "Siempre estuvo muy pendiente de todos". Además, el sacerdote vivió sus últimos años con otros familiares, con quienes compartió su conocimiento y sus libros.