Preethi Sundaram y Fiona Salter *
IPS | LA PATRIA | Nueva York
Las mujeres constituyen dos tercios de las 1.400 millones de personas que viven en la extrema pobreza y 60% de los 572 millones de trabajadores pobres, según diversas estimaciones.
Las mujeres y las niñas aún padecen un estatus de subordinación, tienen menos oportunidades, ingresos más bajos, menos control sobre los recursos y menos poder que los hombres y los niños.
La preferencia por el varón sigue privando a las niñas de la educación. Y el peso del cuidado que soportan las mujeres atenta contra sus oportunidades de formación y desarrollo profesional.
Un estudio de la Federación Internacional de Paternidad Planificada analiza los vínculos entre los derechos de salud sexual y reproductiva y tres aspectos centrales de la igualdad de género: desarrollo social, participación económica y política y vida pública.
Más cuidado con la salud
El informe “Derechos de Salud Sexual y Reproductiva (DSSR), la clave para la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres”, ofrece recomendaciones específicas para los gobiernos y las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El informe evalúa de forma objetiva lo que ya se sospechaba, que los DSSR son fundamentales para lograr la igualdad porque cuando las mujeres gozan de buena salud, la trayectoria de sus vidas se puede transformar.
Las normas sobre género dejan a las mujeres y a las niñas en peligro e imposibilitadas de desarrollar todo su potencial. En casos extremos, hasta les cuestan la vida.
Las mujeres mueren por causas evitables relacionadas al embarazo y el parto o a manos de parejas violentas. Una de cada tres mujeres sufre a lo largo de su vida violencia de una pareja sentimental o agresión sexual de un desconocido. Y las que sufrieron violencia de sus parejas tienen 50% más de probabilidades de contraer el VIH.
La violencia de género y sexual es un gran problema de salud pública en todo el mundo. Es una barrera al empoderamiento femenino y la igualdad de género y una limitación para el desarrollo con un gran costo económico.
La proporción de mujeres con empleos formales aumentó en el último medio siglo, pero un número sorprendente todavía trabaja en el sector informal debido a la desigualdad de género.
Menos acceso
En todo el mundo, la participación laboral de las mujeres de entre 25 y 39 años disminuye de 10% a 15% con cada hijo.
Las mujeres suelen tener menos acceso a las instituciones financieras y a mecanismos de ahorro. Mientras 55% de los hombres tienen una cuenta bancaria, solo 47% de ellas tienen una.
En este ámbito, también los DSSR son clave, la verdadera estabilidad y el empoderamiento se logran asegurando que los marcos normativos en las economías formales e informales tomen en cuenta la vida reproductiva de las mujeres.
En el ámbito político, los roles de género limitan las oportunidades de las mujeres para participar en los procesos de decisión.
Lo que muestra el informe es que la desigualdad de género impide que las mujeres y las niñas cosechen los beneficios y contribuyan a la vida política, económica y social.
Las mujeres y las niñas deben tener el derecho y la capacidad para tomar decisiones sobre sus vidas reproductivas y su sexualidad, sin por ello ser víctimas de violencia ni coerción ni discriminación.
De eso se trata la igualdad.
(*) Preethi Sundaram, oficial de política y autora del informe de la Federación Internacional de Paternidad Planificada y Fiona Salter, redactora de la misma organización.
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