El grupo que permanece ahora allí.

Fotos | LA PATRIA

El grupo que permanece ahora allí.

LA PATRIA | MANIZALES

Estas personas alguna vez tuvieron una vida como usted o yo, en familia, tranquila, rodeada de amor y felicidad, pero por cosas del destino, malas decisiones, pésimas influencias o hasta decepciones amorosas, resultaron perdiéndolo todo.

Por esos errores terminaron en las calles consumiendo drogas, ensayaron el uso de sustancias y luego acabaron con su tranquilidad. Algunos, tras soportar hambres y discriminaciones, resultaron delinquiendo, durmiendo en andenes, calles, cambuches, costales y bolsas.

Hoy 38 personas que consideran que tocaron fondo y deambularon por la Galería de Manizales, la Plaza Alfonso López, la carrera 23, el barrio Los Nogales, la Terminal de Transportes y diferentes barrios de la capital caldense, le apuestan a las segundas oportunidades.

Por voluntad propia quieren salir de ese mundo al que cayeron, ingresaron a un programa de la Alcaldía para desintoxicarse y rehacer su existencia. La Fundación que los acoge está situada en la vía a Neira.

LA PATRIA estuvo allí el martes pasado y comprobó cómo viven estas personas que sueñan con abandonar las drogas y ser consideradas útiles para la sociedad.

En su nuevo hogar tienen piscina, huerta casera (fríjol, maíz, pollos, mangos, naranjas), habitaciones dignas, construyen su propia cancha de fútbol, ayudan a preparar los alimentos, juegan billar, elaboran artesanías, trabajan en carpintería y les arreglan elementos a los vecinos que acuden al sitio. Además cuentan con visita familiar los domingos.

A continuación las historias de Hugo, Jaime, Jesús y Brayan. Son vidas que recobran valor y sirven de ejemplo de superación, templanza y esfuerzo, pero antes de que las lea, le propongo dos cosas:

  1. Que reparta el mensaje que ellos quieren lanzar de que "nunca es tarde para cambiar".
  2. Si tiene familiares, amigos o allegados con problemas con las drogas, muéstreles ese artículo, quizá podamos, juntos, contribuir a sacar a alguien de ese dañino mundo. Como ellos afirman, "esa vida no se la desean a nadie".

Hugo, el cocinero políglota

  • “Soy José Hugo Arcila Angulo, nací en Manzanares (Caldas) hace 64 años. Comencé en las drogas en 1986, por decepción y curiosidad. Vi a un señor comprando en una ventana unas cosas y quise saber de qué se trataba. Me arrimé, pedí, el hombre vació el cigarrillo de bazuco, fumé y ahí me quedé”.
  • “Llegué a Manizales y seguí en ese vicio. Soy ingeniero chef en Navio, ciudadano español, allá estudié lingüística, hice una licenciatura en idiomas, hablo siete, entre ellos inglés, francés, portugués, alemán y esperanto. Estudié hotelería turística en Bogotá, operador en psicología en Medellín, tengo diplomados. Como ve, cualquiera puede caer en las drogas”.
  • “Cuando comencé a desfallecer, no conseguía trabajo, debido a mi presentación, a mis movimientos involuntarios por tanto consumo. Trabajé en Nuestra Señora del Rosario de La Posada (Manizales), salí de allá por la edad, busqué ancianatos, vi la vida perdida, me sentí muerto. Logré entrar a la Fundación y me veo como un niño de nuevo”.
  • “Toqué fondo, reciclé, pedía sobrados, iba al sótano de la Galería. Toda mi familia falleció, quedé solo, hasta que la Alcaldía me ayudó. Me dijeron que para qué un ancianato, que estaba entero”.
  • “Soy el cocinero de la Fundación, me quieren mucho los compañeros (risas). Preparo con base en una dieta que se maneja acá”.
  • “Mire mi edad, quiero seguir viviendo, soy feliz, tengo 64 años, bailo, canto, me siento un niño. Nunca prueben la droga, ódienla, es un flagelo que nos acaba. El peor exterminio”.

Apuñalé a mi hermano por dinero: Jaime

  • “Soy Jaime Eduardo Correa Moreno, tengo 44 años y desde los 8 cogí la calle por culpa de mi papá, que fue drogadicto, ladrón e indigente. Mamá era evangélica. Me decía que si le hacía caso a mi madre, me volvería gay. En medio de mi inocencia me lavó el cerebro, me enseñó a consumir y a robar”.
  • “A los 10 años me pegaron tres tiros, andando con él. Era una vida de locos, he consumido de todo lo que existe”.
  • “Hace tres años, viviendo bajo un puente en Manizales, me propuse salir de esto. Fui donde mamá a que me diera una oportunidad, pero recibí un no. Me explicó que para qué, si la seguía embarrando. Les robaba”.
  • “Una vez apuñalé a mi hermano porque no me dio dinero para comprar drogas, pero aún así me quieren”.
  • “Me puse una meta e ingresé a esta Fundación. Unas puñaladas, en una pelea con seis fulanos, me dejaron inválido (muestra cicatrices en el estómago). Me dijeron hace 13 años que me cerraban eso y quizá moría. Indicaron que tenía un ángel en el cielo y una piel de burro (risas). Y acá estoy”.
  • “Calmo la ansiedad pidiendo una naranja o algo de comer. Vivía debajo de un puente por Mall Plaza”.
  • “Decidí ingresar por mi hermanito, que me dijo que no hiciera sufrir más a mamá y me indicó que entraba o que mejor me fuera de Manizales. Llevo pocos días, porque la semana pasada vine, pero me encontré acá a uno de los enemigos que me dejó así. Cuando supe que no estaba, ahí sí me interné. Preferí esperar y ser tolerante”.
  • “Quiero ser otra persona, tengo una hija de 17 años que me está esperando y por la que quiero luchar. Nunca es tarde, sé que me adora”.
  • “Se lo dice alguien que fue adicto hasta del pantano, no se dejen llevar de los ´amigos´, no caigan en esto. Es duro llegar a casa y que le tengan que servir la comida en un andén”.

Me pudo más la droga que mi familia: Jesús

  • “Soy Jesús Molano Cardona, tengo 56 años, llegué a la calle cuando pagué servicio militar en el Quindío. Tuve esposa durante seis años e hijos con ella de 26, 24 y 22 años”.
  • "Me tomé unas cervezas, no sé qué me pasó, el hermano de ella me llevó a ser consumidor y caí en la bazuca. Quedé encoñado en eso. Ella me dijo que la iba a perder si no dejaba eso, luché y no lo logré. Me pudo más la droga que mi familia”.
  • “Quería irme para el Inpec, pero mamá no me quiso prestar los viáticos. Me tiré a la calle en Manizales cuando el terremoto, dejé la casa, a mis hijos, me la pasaba consumiendo en las ollas de Galán, Solferino, La Avanzada y Asís. Metía solución, marihuana y bazuco. Dios me cuidó cuando andaba arrastrado”.
  • “Me ayudó la UPV, me llevaron a la clínica San Juan de Dios, la doctora Andrea me quitó la solución, pero con la marihuana no pude. Me volví indigente, con un costal al hombro reciclando para el vicio, peleando en esas ollas. Me abrí y armé cambuche en Nogales y empecé a invertir más en comida que en drogas. La Alcaldía me dijo que si quería que me ayudaran y di el sí. Así entré a este programa porque quiero cambiar mi vida. Llegué de noche, todo tiznado”.
  • “He salido a brigadas de venta de maní, a Supía. Siento el cambio, he tenido dinero en el bolsillo (hasta $150 mil), vi dónde vendían droga y aguanté. Le puse voluntad. Antes cualquier peso era para droga. No caigan en esto y no les den dinero a habitantes de calle, porque todo es para comprar vicio. Sé que Manizales es muy generosa, pero eviten eso”.

Valoren a la mamá, siempre está ahí: Brayan

  • “Soy Brayan Stiven Gallego Tenechio, tengo 24 años y soy de Pereira. Empecé yendo donde unas monjas, en Niños de Los Andes, donde entraba armas cortopunzantes. Allí conocí a pelados más groseros, con más problemas y mañas, y se me pegó lo malo. Unos me invitaron a que nos escapáramos y acepté”.
  • “Me enseñaron a consumir pegante. Mamá me llevó para Bogotá para ´salvarme´, pero allá agarré el vicio de la bazuca y me tuvo que rescatar del Bronx en dos veces. Me perdía tres días y volvía. Me salí de control y a los 16 ya no me dejaban entrar a la casa. Tenía un montón de procesos judiciales”.
  • “Me convidaban a robar, que yo lo cojo de quieto y usted le hace esto y lo otro. Siendo menor me evadía de todos esos lugares de aprehensión. A los 18 años me vine para Manizales, busqué ayuda para prestar servicio, pero me la negaron porque tenía varias cicatrices de puñaladas, una en el corazón, que si me pasaba algo, les cobraban a ellos. No tenía ningún estudio, lo desaproveché por andar en la calle”.
  • “Cansado de toda esa vida, uno de la UPV me hizo levantar porque andaba dormido en un separador de una avenida la de la ciudad. Estaba flaco, demacrado, sucio, me convidaron a pastel, y ahí sí atendí. Esperé un cupo en la Fundación, me recuperé en tres meses tomando leche de ternera, me puse acuerpado, más que los que llevaban mucho tiempo”.
  • “En las videollamadas con mamá conocí a una amiga de ella, nos enamoramos, vino a visitarme, me sentía más ´parado´. Me exigían más acá porque era de los que cumplía con todo, hasta que decidí irme para donde mi abuela en Manizales. Me organicé con la muchacha, nos fuimos para Bogotá, compramos las dos camas, el televisor, pero a los seis meses largos la pelada no estaba en la casa y no me respondía el celular. El diablo actuó y me puso a pensar mal, que quizá estaba con otro”.
  • "Solo imaginaba cosas malas y analicé: Toda la plata que cojo es para ella. Tomé el televisor, lo empeñé y me fui a consumir de nuevo, dije: 'cacho por cacho'. Estuve con otra mujer y ella me metió droga durante tres días. Luego busqué ayuda con mamá, habló con Mateo (director de la Fundación) y me dieron cupo de nuevo. Quiero terminar el proceso que empecé. Con la muchacha ya quedamos bien, de amigos”.
  • “La calle no es buena, no caigan en esto, si les dan moral con ayuda, háganle para adelante. Valoren a la mamá, ella siempre está ahí”.

 Debe saber

  • El convenio por asociación entre la Unidad de Protección a la Vida, adscrita a la Secretaría de Gobierno, y la IPS Renacer del Arcoíris, busca resocializar y desintoxicar a los habitantes en condición de calle de Manizales.
  • ”Invertimos $114 millones para que estas personas puedan tener una segunda oportunidad, sin embargo, necesitamos más ayuda de las familias y de los empresarios de la ciudad, sobre todo en proyectos de ebanistería”, indicó Diana Constanza Mejía Grand, secretaria de Gobierno de Manizales.
  • Sebastián Villada (foto), de Supía, agradeció el apoyo que tienen para poder rehacer su vida, y advierte que la suya no ha sido fácil, teniendo en cuenta que la UPV lo encontró viviendo en el sector de La Galería, donde se volvió adicto a las drogas. “Esta es una gran oportunidad que tengo de volver a tener mis sueños, de manejar una mula, de volver con mi familia y de ser alguien en la vida”.
  • El objetivo es lograr que estas 38 personas puedan tener mejores condiciones de vida y por eso hace un llamado a los ciudadanos para que donen ropa y elementos de aseo.

La sede de la Fundación queda en la vía Manizales-Neira. Las visitas son los domingos de 2:00 a 5:00 de la tarde.

  • En la Fundación Renacer, que cumple 15 años, y que dirige Mateo Cortés, los habitantes en condición de calle tienen ayuda psicológica, desarrollo familiar, licenciado en deportes, guías espirituales, terapeuta en fármaco-dependencia, duchas, sanitarios, zonas de secado de ropa y además pueden trabajar en sus habilidades como la carpintería, cocina y artesanía. El objetivo es que en diciembre estas 38 personas puedan regresar a sus núcleos.
  • ”La idea es estar un año en el proceso, pero algunos se han recuperado hasta en tres meses. Buscan ayuda de empresarios que los apoyen para generar recursos para sus propios gastos”, contó Valentina Alzate Ruiz, de la UPV.

Curiosidad

Otro de los habitantes de la Fundación, que cuidaba carros alrededor de Fundadores y que tuvo llamados de atención por bañarse en la pila del parque del mismo nombre contó una anécdota.

En una ocasión, la Unidad de Protección a la Vida lo recogió para ofrecerle baño. Lo llevaron a la sede, lo asearon y le echaron loción. Se fue y luego contó que una señora, a la entrada del centro comercial, lo alabó porque estaba muy pispo, que olía muy bien y como premio lo invitó a comer hamburguesa, de las caras. Desde ese día el joven acudió más a la UPV en busca de oler bueno, según dijo entre risas. El martes, frente a sus compañeros, se narró otro caso de un hombre que estuvo en este programa y ahora cuenta con una avícola en Villamaría.

Cuenta con piscina.

Las personas ocupan su tiempo trabajando. Así evitan la ansiedad.

Ayudan a preparar la comida de cada día.

Una tarde en la Fundación.