Juan Camilo Chaparro fue el primero en salir de la góndola.

Fotos | Luis Fernando Trejos | LA PATRIA

Juan Camilo Chaparro fue el primero en salir de la góndola.

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LA PATRIA | MANIZALES

Unos héroes se posaron sobre el Nido del Cóndor a 2 mil 254 metros sobre el nivel del mar. Fue una odisea que tardó casi 18 horas, en la que miembros de diferentes cuerpos de socorro protagonizaron un rescate que a cualquiera le pondría los pelos de punta.

La emergencia se presentó a las 6:30 de la mañana, cuando los cinco empleados del glamping El Nido del Cóndor, en la vereda Papayal, del municipio villamariano, quedaron atrapados por causa del desprendimiento de uno de los dos cables de la góndola en la que se transportan para llegar al hotel. Una hora después, las autoridades recibieron el llamado de auxilio.

Los dos hombres y tres mujeres quedaron suspendidos a 230 metros de altura. Con el pasar de las horas, los cuerpos de socorro manejaron dos alternativas que era la extracción por medio de un helicóptero o a través del sistema de poleas, que veían como el más viable.

Iván Cipagauta, campesino del sector, indicó que a medida que atardecía, las ráfagas de viento aparecían con más frecuencia y había más nubes. Hacia las 4:00 de la tarde llegó la aeronave proveniente de la base militar de Tolemaida. Su sonido despertó las esperanzas de los habitantes de la parte alta de Villamaría.

Sin embargo, ambos se fueron desvaneciendo. Tras dar una ronda y aterrizar en un lugar cercano, el helicóptero tuvo que regresar y llegó al Batallón Ayacucho. Quedaba entonces la opción de instalar la cuerda con la ayuda de un dron que facilitó la Chec. Con este dispositivo les hicieron llegar el arnés, agua y radios de comunicación.

No importó la hora, los rescatistas continuaron con su labor y a las 6:20 de la tarde, mientras en Manizales y Villamaría empezaba a llover, se dio la primera buena noticia. Llegó el primer rescate, se trataba de Juan Camilo Chaparro, de 19 años y quien vive en Papayal, que tardó cuatro minutos en volver a pisar tierra firme. Sonaron aplausos y gritos de felicidad.

"Sentía que en cualquier momento mi vida se iba a acabar, que el cable se descolgaba e íbamos a morir. Teníamos que estar totalmente quietos, que no nos moviéramos, uno se movía y los compañeros metían el grito asustados creyendo que eso se iba a ir al suelo", dijo Juan Camilo.

Recordó que iban directo a iniciar su rutina diaria, cuando a mitad de camino se rompió una guaya o cuerda, la cabina empezó a descender poco a poco, pero luego subió. Ellos llevaban limones, bananos y yogurt, su reacción fue tirar eso al río para disminuir el peso, sin embargo, la angustia los invadió.

Con el paso del tiempo, más miedo les daba, pensaban que en cualquier momento iban a caer. Se daban fuerzas entre ellos, reían, lloraban y se despedían de la vida, se aferraban a ella. Decidieron que Juan Camilo debía ser el primero en salir por ser el más liviano, así fue y sintió un vacío cuando salió.

Los cuatro minutos que tardó su traslado también fueron de susto, pues a veces se detenía el arnés. Cuando llegó, se emocionó al tocar tierra y abrazar a sus seres queridos.

Las dificultades técnicas no se hicieron esperar y el dron presentó fallas, además de los problemas causados por la iluminación y el factor climático. Solucionados los inconvenientes, a las 9:50 de la noche, 3 horas y media después, pudieron pisar tierra Marleny Patiño y Natalia Vidal, de 35 y 24 años, residentes en La Guayana y Papayal. Otra vez aplausos y gritos.

Y de nuevo, no importaron el frío ni la noche. Ahí al filo estuvieron los socorristas y los vecinos, quienes ataviados de sacos y ruanas, y de bebidas calientes aguantaron y esperaron por su gente.

Los drones, uno con el cable y otro que iluminaba, tuvieron dificultades para llegar hasta Mónica Andrea Sánchez y Cristian Cuervo. Como en el segundo rescate, los trasladaron juntos y a las 12:07 de la mañana pudieron respirar tranquilos. La pesadilla llegó a su fin. Los pocos curiosos que quedaban, entre ellos Iván, allegado de Mónica, y otros compañeros de los empleados, celebraron emocionados.

"Esto es una hazaña. Hay que agradecerles a todas las personas que colaboraron", finalizó el agricultor, tras una extenuante labor.

Demora

Por cada rescate era necesario organizar el montaje nuevamente y verificar su seguridad, situación por la que el proceso demoró en completarse.

Los héroes

En el rescate participaron miembros del Cuerpo de Bomberos de Villamaría, Cuerpo Oficial de Bomberos de Manizales, de la Cruz Roja, Defensa Civil, unidades de Gestión de Riesgo de Manizales y Caldas, la Chec, Policía, Ejército y ByR.

El dato

El cable transportador de la góndola tiene una longitud de 520 metros. El hotel está ubicado a 17 kilómetros del casco urbano de Villamaría.