Sergio Villamizar Dussan*
Hay algo que no deja de sorprenderle a Angela Becerra cada vez que vuelve al país para presentar una nueva novela y se encuentra con sus lectores. La calidez y familiaridad con la que la tratan. “La gente cree que ya somos amigos porque me han leído y te toman con un amor y un cariño únicos”.
Hace pocos días llegó a Colombia para presentar su novela Algún día, hoy con la cual acaba de obtener el Premio Fernando Lara en España, país donde el público y la crítica le han dado el aval a esta historia llena de amor, pero también de épica y exuberancia, que en buena parte de ella se desarrolla en la Medellín de un siglo atrás, por lo que dicha ciudad fue el primer lugar donde se presentó esta novela.
“Una mujer de más de 80 años en la presentación se me acercó y me dijo: ‘Menos mal usted volvió a publicar, pensé que me iba a morir y no podría leerla más, lo cual no tiene precio’”, recordó Ángela tras la presentación de la novela en Medellín, la cual le tomó más de seis años de escritura, “yo nunca pensé que tardaría tanto, pero se fue haciendo grande y en la medida en que iba tejiendo, cada vez me pedía más y más. Había que hacerle caso a la novela”.
Foto/Diego Pineda-Colprensa/Papel Salmón
Ángela Becerra, escritora caleña radicada en España, presentó su novela Algún día, hoy el pasado 6 de junio.
En una noche de tormenta y barro nace una niña bastarda a la que, creyéndola muerta, bautizan con el nombre de Betsabé. Nadie sabe que en su interior lleva la fuerza de la feminidad, así como la magia y la rebeldía que la harán superar todos los obstáculos. Creará un vínculo indisoluble con su hermana de leche, Capitolina, una pobre niña rica, y ninguno quedará indiferente a su mirada de fuego. Ni siquiera Emmanuel, el revolucionario francés salido del Montparnasse más artístico que, al conocerla, caerá enfermo de amor.
Es una novela basada en un hecho real acaecido en 1920 en Colombia, narra la historia de Betsabé Espinal, que con solo veintitrés años se convierte en la heroína de una de las primeras huelgas femeninas de la historia. La escritora caleña radicada en España construye un monumento a la amistad más pura envolviendo a sus protagonistas en un apasionado círculo de amor.
Ya han pasado 19 años desde que Becerra, nacida en Cali, Colombia, siendo vicepresidenta creativa de una de las agencias más relevantes de España, abandonó su carrera para dedicarse por entero a su gran pasión: la literatura. Así, se empezaron a publicar Alma abierta, un bello poemario que aborda los conflictos del ser humano en la madurez; De los amores negados (2003), su primera novela, que obtuvo el Latin Literary Award 2004 de la prestigiosa Feria del Libro de Chicago y una calurosa acogida de la crítica y de los lectores de España y Latinoamérica, y El penúltimo sueño (2005), que la consagró como novelista y con la cual obtuvo el Premio Azorín de Novela 2005, el Premio al Mejor Libro Colombiano de Ficción 2005 y, de nuevo, el Latin Literary Award 2006.
En 2007, Lo que le falta al tiempo también fue reconocida con el Latin Literary Award como mejor novela de misterio y de sentimientos. En 2009 obtuvo el Premio Iberoamericano de Narrativa PlanetaCasamérica por la obra Ella, que todo lo tuvo, novela a la que le siguió Memorias de un sinvergüenza de siete suelas (2013). Sus obras se han traducido a veintitrés idiomas.
Foto/Diego Pineda-Colprensa/Papel Salmón
La escritora caleña Ángela Becerra duró seis años escribiendo su novela Algún día, hoy.
¿Cómo fue el proceso de escritura de esta novela?
Fue muy diferente a las otras novelas porque yo partía de un hecho real histórico, que me iba a ocupar tres o cuatro capítulos y el grueso de la novela me la tenía que inventar. Además, tenía que irme a otra época y documentarme muy bien. Estuve en Medellín en cuatro ocasiones y me leí cerca de 40 libros para conocer las costumbres, la comida, la clase alta porque quería presentar en la novela una denuncia por el personaje que era Betsabé, una joven de 23 años quien se levantó contra el poder económico, político, social y clerical, porque todo eso era uno solo.
¿Qué se sabía de Betsabé?
Sólo se sabía que era una hija natural de una casa pobre, que la madre había acabado en un manicomio y encontramos el registro de los diarios de la época que cubrieron las huelgas, pero en un anonimato que la cubre por casi cien años, lo cual es incomprensible porque fue una heroína de una valentía impresionante y que pasó desapercibida. El crear toda una estructura que soportara este hecho histórico era un trabajo muy delicado para que todo lo demás fuera verosímil. Encontré un libro Betsabé Espinal la natural y me contacté con sus escritores y me mostraron todo lo que recogieron para este libro. Es una parte que utilicé para cuatro capítulos.
¿Una investigación también sobre Medellín?
Terminé con un documento de casi 300 páginas junto a una documentalista, separando todos los pormenores de esa Medellín. Tomamos un plano de la ciudad y colocamos una hoja y pintamos el Medellín de esa época, para hacerme todo el recorrido que Betsabé realizaría. Estuve viviendo en el Medellín de otra época. También me documenté con personas de la clase alta que tenían una historia, así como de la clase baja, para mostrar en la novela cómo esclavizaban a estas niñas y las metieron en los patronatos en un estado de casi encarcelamiento.
¿Cómo fue reconstruir esa Medellín?
Era una época en la que Medellín intentaba asemejarse a Europa, con un París de principios de siglo. La Guerra de los mil días terminó y dejó a las viudas con sus hijos y con las niñas reclutadas desde los once años de edad, en un momento en el cual traían arquitectos para que hicieran casas al estilo francés. Era la ilusión del París que me hubiera gustado vivir y la pude vivir a través de este libro, de la literatura. Fue muy interesante porque fue una época de muchos cambios, incluso tecnológicos. Se pasó de un Medellín oscuro y tenebroso, fantasmagórico, pero llega la luz a la noche y los famosos fantasmas desaparecen.
¿Cómo encontró el tono ideal para narrar esta historia?
No sabía qué tono tendría la novela, pero he aprendido con los años que el tono de la novela te lo da la novela, no lo impone el escritor. Tienes que oír y crear un pacto. Cuando escribí el primer capítulo de la novela salió este tono épico y asalvajado, que me tranquilizó mucho. Además, me hizo ver la imagen del cuadro de Eugene Delacroix, La libertad guía al pueblo y así me imaginé a la protagonista, tan libre, fuerte como femenina.
También la historia de mujeres de clase alta de la época...
Era mostrar la contraparte. Con Betsabé estábamos viendo qué ocurría con la pobreza, pero también me interesaba mostrar lo que ocurría con las mujeres en la riqueza y estaban igualmente sometidas, tenían que ser dóciles, donde eran huérfanas, con las madres vivas, pero habían sido rechazadas por ser mujeres. Una hermandad de leche y de intercambio de gran amistad.
Foto/Diego Pineda-Colprensa/Papel Salmón
Algún día, hoy de Ángela Becerra narra la historia de Betsabé Espinal.
¿Dónde está el amor en el libro?
En la historia del chico revolucionario y bohemio del cual me enamoré. Uno va creando los personajes de retazos de personas cercanas, y creo que este personaje tiene mucho de mi hija, quien es filósofa, artista y rebelde. No lo hice a conciencia, pero cuando uno va creando los personajes van saliendo cosas increíbles.
¿Cómo fue convivir por seis años con estos personajes, en especial con Betsabé?
Yo me convertí en Betsabé y Betsabé en Ángela, porque le pasé toda la rebeldía de mi adolescencia. Una época en la cual tenía un padre muy machista y no me dejó vivir la adolescencia, yo me casé a los 16 años, con una rabia tremenda que saqué de mí en la novela. También estuve en un colegio de monjas muy malas y aquí también aparecen.
¿Difícil llegar al final de la historia tras seis años de trabajo?
Cuando se acabó me quedé viendo el cursor en la pantalla del ordenador. No sabía que se había acabado, pero no me salió una palabra más. Es un dolor dulce, porque también es un descanso. Un parto que te hace sentir vacío, pero ya lo puedes ver afuera de ti.
Una historia en tiempos en los que se reflexiona sobre el feminismo...
Cuando empecé a escribir la novela en el 2013 no se había producido el Me Too, pero se empezaba a sentir que algo quería o podría pasar. Betsabé era muy femenina y tenía una fuerza maravillosa y no estaba copiando a los hombres. Tuvimos hace algunas décadas un feminismo rancio que estaba copiando comportamientos masculinos para hacerse respetar, por eso, ese feminismo se cayó, porque era impostado. El feminismo de ahora parte del orgullo de ser femenina y enaltecer todo lo que nos hace femeninas. Un feminismo que también respeta al hombre.
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