Erika Gallego Becerra
Fue el último concierto del Ibagué Festival, quinto día después de tanta música diversa: Schubert, Piazzola, Monsieur Periné, Alkilados, La 33, son tan solo algunos de los nombres que sonaron durante cinco días de recorrido por la música, el baile, las regiones y hasta los propios escenarios de la ciudad.
Una tarima demasiado grande para un parque de un barrio popular, el cielo ausente de nubes y una acordeonista China y un clarinetista estadounidense, ambos del catálogo neoyorquino del Young Concert Artists, interpretaban para los abuelos, los jóvenes de jeans anchos y los niños que decían "esta música es muy aburridora" mientras jugaban en el pasamanos o en algún tierrero al paso.
Foto/Erika Gallego Becerra/Papel Salmón
Cierre del Festival en el Parque Principal del Sur - Kennedy. Al fondo la acordeonista china Hanzhi Wang.
Y es que esta inusual combinación de tener distintos géneros musicales en la misma tarima fue la apuesta de La Fundación Salvi en casi todos los 13 conciertos que se presentaron. Por eso al final de la maratónica experiencia vivida en los cuatro días anteriores no se me hizo tan extraño tener a la acordeonista china Hanzhi Wang en escenario, tocando música clásica y tradicional de su tierra para un público tímido que no se acercaba del todo a la tarima, y que a medida que caía el sol aumentaba en presencia. No hicieron falta los aplausos y silbidos de los asistentes, que bajo el sol intentaban afinar el oído y reconocer lo que sonaba, al tiempo que observaban a Wang, que velozmente movía los dedos y las manos, y suavemente su cuerpo, cerrando los ojos y alzando las cejas, sintiendo y transmitiendo esas notas musicales que no tienen idioma ni barreras.
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Hanzhi Wang, acordeonista china del catálogo de músicos de New York YCA (Young Concert Artists).
A eso de las 4:30 de la tarde la dinámica cambió cuando el colectivo ibaguereño de hip hop Letal Fuzion conformado por tres raperos (mc’s) y un DJ, se subió a la tarima y, a punta de rimas, batería y guitarra convocaron a más personas, que, mientras las campanas de la iglesia sonaban al fondo, agitaban las manos en perfecta sincronía, arriba y abajo. En un momento determinado, invitaron a una voz femenina para añadir más diversidad de voces a su puesta en escena que ya conquistaba al público, cada vez estaba más cerca del escenario, cantando las letras de resistencia, problemáticas sociales y violencia.
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Letal Fuzion, agrupación de hip hop de Ibagué. La cuota local del Festival en la línea de músicas populares.
Los jóvenes de rastas, gorras y cadenas disfrutaban del concierto, los niños movían las manos y brincaban, y los adultos mayores no se quedaban atrás, llamando la atención por su participación colectiva del movimiento oscilatorio de brazos. Esto nos recuerda que la música no comprende de edades, que para sentirla y gozarla no es impedimento un bastón, una silla de ruedas y mucho menos tener el cabello canoso. Sorprende, pero sobre todo inspira, ver a familias enteras respondiendo a este llamado para el disfrute, el compartir y el gozar de esas músicas que somos. Es por eso que apostarle a la diversidad, no solo en los ritmos sino también desde los distintos escenarios de la ciudad hace la experiencia en el Ibagué Festival mucho más enriquecedora y gratificante.
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Público asistente al último concierto del festival en el Parque Principal del Sur - Kennedy.
Afuera de la iglesia, contigua a este parque que retumbaba de energía, y casi rodeando toda la zona del evento, se reunían puestos de comidas rápidas, de vitrinas con las famosas y apetecidas empanadas y pasteles de carne, de fogones con venta de chuzos entre otra variedad de productos. Como dicen por ahí: “de todo se le tiene”.
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Ventas ambulantes y ambiente de barrio en medio de las sinfonías del acordeón y las coplas de rap.
El encargado del cierre fue el reconocido rapero bogotano Ali A.K.A Mind, cargado de mensajes y críticas sociales de conciencia, respeto y gratitud a la vida. Invitó al público a elevar las manos y liberarse de las cosas que los acogen, a generar cambio y a disfrutar del momento. No era para menos, todos sumados en una masa, saltando y cantando a voz suelta y despidiendo el increíble momento, de seguro memorable para ellos. Tanta fue la emoción que una mujer de aproximadamente 60 años se levantó de su silla para empuñar la mano, una imagen para no olvidar. Con este incomparable cierre terminó la primera versión del Ibagué Festival 2019, que trajo sorpresas, diversidad y alegría a los ibaguereños.
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