MARGARET SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
A las 4:30 de la mañana la hermana Matilde Saldarriaga Zapata, directora del Hogar infantil San José, toca a la ventana del dormitorio para despertar a Luisa, una de las 15 niñas del internado.
Luisa, de 13 años, es la mayor y debe despertar a sus compañeras con puntualidad, pues tienen hora y media para ducharse, lavar la ropa interior, desayunar y cepillarse los dientes para ir al colegio.
Hay dos cuartos con 32 camas, aunque este año solo 15 están ocupadas. En una habitación duermen la menores de 9 años y en el otro las mayores de 10 años. La primera tarea, después de madrugar, es tender la cama.
Hace tres años, cuando Luisa llegó, fue el primer desafío que tuvo que superar. "Antes me levantaba y de una iba a cepillarme los dientes. Aprendí que ese es el último paso, después de desayunar", comenta.
En cada habitación hay cuatro duchas e igual número de sanitarios y lavamanos. Se deben bañar por turnos, con tiempo casi contabilizado por la hermana Matilde. "El agua es un lujo, el recibo llega muy caro. Algunas se demoran más que otras y dejan sin agua caliente a sus compañeras", se lamenta la directora.
Antes o después de ponerse el uniforme, las 15 niñas tienen que lavar la ropa interior. A las 5:45 de la mañana deben acomodar seis mesas circulares y las sillas para desayunar.
"Me he visto sin un pan para darle a las niñas, pero la misericordia de Dios me ha ayudado. A veces le digo a San José: hace falta esto, esto y esto, y llega una persona a preguntarme que qué necesitamos. Esos son los intercesores que envía nuestro patrono", señala la religiosa.
A las 6:20 de la mañana ya deben tener dientes cepillados y bolsos listos, pasa abordar el colectivo que las lleva a tres colegios: el Instituto Latinoamericano, la Divina Providencia y el Inem Baldomero Sanín Cano. "Cuando las niñas son aceptadas, los papás deben llevar una carta a alguna de esas instituciones para que les den un cupo", precisa la directora.
El resto de la mañana en el Hogar San José es silenciosa. Solo hay movimiento en las dos oficinas administrativas, donde está la hermana Matilde, la secretaria, la psicóloga y la trabajadora social; en la cocina está la encargada del almuerzo, y en el garaje el conductor lavando el colectivo.
Al mediodía llegan las niñas y le dan vida al Hogar. Se cambian el uniforme y se reúnen para almorzar. "Lo que más me gusta son las actividades de las tardes. Lunes de coro, martes de manualidades, miércoles de costura, jueves de pintura y porrismo, y los viernes antes de irnos nos dan una clase del ICBF", comenta Luisa.
Para ella el día más entretenido es el jueves porque puede expresarse con dibujos y hacer ejercicio en la cancha de baloncesto. Aclara que antes de las actividades lúdicas tienen que hacer las tareas del colegio.
Hay una profesora que revisa los cuadernos y orienta a las 15 niñas en las actividades. Además, la ayudan ocho estudiantes de los colegios Los Ángeles y Ravasco, que realizan su práctica social en el Hogar.
Para hacer tareas del colegio tienen tres espacios: el patio techado, la biblioteca y la sala de cómputo. Todo depende de la actividad que tengan que desarrollar.
Mientras es la hora de la clase de porrismo, a las 5:30 de la tarde. Las niñas juegan en las dos casas de muñecas, en los patios y el lavadero. "La hermana Matilde está pendiente si abrimos una llave, no le gusta que gastemos agua; y tampoco que corramos por los corredores".
Luisa recuerda que una vez en las escaleras del patio, al lado de la huerta, estaba con una compañera y pelearon por una balón. "La mordí muy duro y ella me mordió también. La directora nos separó y dijo que nos disculpáramos. Eso hice, pero mi compañera estaba muy brava".
Cuenta que en otra ocasión no tenía sueño, ya que a las 8:00 de la noche deben estar en la cama, y empezó a desfilar por la mitad del dormitorio. Las risas de sus compañeras alertaron a la religiosa, quien la mandó a rezar. "El castigo más común es ir al oratorio. A veces la hermana nos ubica en una fila y nos dice que nadie está obligado a estar en el Hogar", comenta.
La directora afirma que aceptan a las niñas cuando los padres o acudientes lo solicitan, pero que antes de otorgar un cupo realizan una visita domiciliaria, en la que casi siempre está la menor. "Nunca recibimos niñas obligadas o por castigo, sino por mutuo acuerdo. Además, no les quitamos la responsabilidad a los papás, ellos son los que deben responder por sus hijas en el colegio".
A Luisa le gustan las actividades de los jueves, pero confiesa que el viernes es su día favorito, porque a las 5:00 de la tarde su mamá va a buscarla para pasar el fin de semana juntas. "Los primeros días me dio muy duro, la extrañaba mucho. Me porté mal para que me sacara del Hogar, pero un día la trabajadora social nos hizo hablar. Mi mamá y yo lloramos y entendimos que esto es lo mejor para las dos".
La mamá de Luisa trabaja en una fábrica y cada semana tiene un turno diferente, así que no la puede cuidar. "Esta semana puede recogerme porque tiene turno de 6:00 de la mañana a 2:00 de la tarde. La otra semana le toca de 2:00 de la tarde a 10:00 de la noche, así que viene un primo por mi".
Indica que los sábados y domingos hace tareas, ve televisión y ayuda a su mamá a preparar el almuerzo. "Antes tenía una amiga, pero se fue para Bogotá. Jugábamos en el parque y hasta le ayudé a conseguir novio. Esta Semana Santa nos va a visitar, y espero que conozca el Hogar".
Aunque no le gusta estar lejos de su mamá, Luisa dice que es mucho mejor estar en el Hogar, que pasar las tardes sola en la casa y que los días que la puede ver disfruta al máximo.
Lo mismo opinan Carolina, de 10 años, y Lucía, de 6 años, dos hermanas que ingresaron al internado hace nueve meses. "Los fines de semana los pasamos con mis otras tres hermanas y mi papá. Cuando nos trajeron me puse a llorar y Lucía a gritar. Nos tienen acá porque no nos pueden cuidar", expresa Carolina.
Las tres menores coinciden que sus casos no son tan graves como el de otras compañeras. Ponen de ejemplo a Mariana, de 10 años y que hace tres está en el Hogar. Ella perdió a su papá y su mamá está en la cárcel, y sus abuelos decidieron ingresarla porque en el barrio que viven un hombre intentó violarla.
A pesar de los regaños de la hermana Matilde; de las peleas entre compañeras por dulces, juegos y peluches y de las madrugadas a tender la cama y lavar la ropa, Luisa dice que ha aprendido a convivir, a ser responsable y a apreciar el tiempo que pasa con su familia hasta el domingo a las 5:00 de la tarde cuando deben volver al Hogar.
El Hogar San José está ubicado en la calle 49 #27A-85 en el barrio Versalles. Para donar, llamar al télefono 885214 o al celular 3146193870.
Foto | Tomada del Facebook Universidad de Caldas | LA PATRIA
Muestra del trabajo realizado con niñas del Hogar San José de Manizales, en un proyecto realizado por el Grupo de Proyección Artística II del Departamento del Artes Plásticas de la U. de Caldas. El proyecto fue coordinado por la profesora Elis del Rosario Cardona Ramírez.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015