30% de avance, entre guadua y esterilla, de la Escuela Juan XXIII

Foto | Luis Fernando Trejos | LA PATRIA 107 operarios son los encargados de restaurar con la técnica de bahareque el edificio donde se ubicaba la Escuela Juan XXIII.

Don Norberto Murillo, de 60 años, y originario del barrio Fátima, de Manizales, forma parte del equipo que tiene como misión revivir lo que actualmente se conoce como la escuela Juan XXIII. Desde la segunda semana de enero se desplaza al lugar para poner a prueba sus conocimientos de reforzamiento y restauración en bahareque.

Hace 110 años, en 1912, entre la Avenida Paralela y la Avenida Santander, en la calle 33 #25-25, se empezó a construir la edificación. Para 1913 ya operaba allí el Instituto Universitario, que luego abrió paso en 1943 a la Universidad Popular (Universidad de Caldas); y en 1963 a la Institución Concentración de Fundadores, para convertirse en 1979 en la Concentración Escolar Juan XXIII. Finalmente, también funcionaría en la misma planta física el Colegio Alfonso López Pumarejo. Sin embargo, desde 1989 comenzó una reducción gradual de estudiantes, dejando como consecuencia su abandono en 2010.

 

Desde entonces, el desuso del lugar produjo un deterioro en las redes eléctricas, hidráulicas y sanitarias. Además, pérdidas en la estructura de madera y cubierta.

Juan Miguel Guzmán es el contratista encargado de la restauración y reforzamiento estructural de la edificación patrimonial. “Por la época en que fue construida no se contaba con la tecnología actual de cimentaciones profundas que permiten una mejor transmisión de las cargas. Ahora se inició el proceso de reforzamiento con vigas de cimentación zapatas, cimentación profunda tipo pilotes, y a partir de eso ya se comienza el proceso del reforzamiento estructural del componente de madera”, narra mientras recorre los pasillos llenos de polilla.

La Juan XXIII cuenta con tres plantas, dos sótanos y tres patios. Desde la puerta de ingreso, hasta el segundo sótano, que será usado como archivo, se siente la humedad y el olor a polvo. Pues la técnica del bahareque, que en su mayoría es a base de madera, hace que el aserrín siempre esté en el aire.

Don Norberto, que trabaja en esto desde los 17 años, explica el proceso: “Primero se arma la estructura en madera y se coloca lo que llamamos esterilla; luego se cose con alambre y malla. Sobre eso va una mezcla (pañete) que originariamente era con boñiga, pero la estamos trabajando con acronal, para que dé un acabado muy fuerte y nos aguante”.

“Volvimos a instalar parte de la esterilla recuperada que ha tenido buena conservación. La esterilla es una guadua que se raja, se le quita la carnosidad que son las partes blandas y quedan unos tramos aproximadamente de 25 o 30 centímetros por el largo de la guadua, que varía de tres a cuatro metros, y ya se instala de tal manera que nos quede más carnosa”, agrega Guzmán.

 

 

Inversión

El bahareque fue desarrollado como respuesta a una zona de sismicidad alta, que se difundió en la región Andina y se ha convertido en patrimonio arquitectónico del país.

Con el fin de conservar esto, el contratista aclara que se está haciendo una restauración y no una remodelación, para la cual el ingeniero a cargo, Ricardo Tabares, expuso que se le invirtieron en la primera fase $15 mil 664 millones 150 mil. Para el 2021 se aprobaron $2 mil 43 millones 150 mil; para este año $7 mil 621 millones y se destinaron para el 2023 $6 mil millones de vigencias futuras.

Avances

* Reforzamiento de fachada sur

* Reforzamiento de la mitad de la fachada occidental

* Continuidad del anillo en los tres patios

* Reforzamiento en concreto en el 85% del edificio

* Reforzamiento total en el 30% del edificio

Personal

Entre los pasillos de la Juan XXIII, cada dos o cuatro puertas, que abren a salones que serán aulas destinadas para la recreación, la cultura y el arte, se ve uno o dos trabajadores estucando, cortando madera y pegando clavos y tornillos.

Entre ellos, LA PATRIA encontró a Ángela María Rodas, de 37 años y madre cabeza de familia. Ella es una de las 19 mujeres solteras que conforman el equipo de 107 personas que trabajan en la obra.

“Soy ayudante de obra, en este momento estoy desmontando cielorrasos, muros, cerillas y zócalos. Llevo 12 años trabajando en construcción y siempre me ha gustado porque son trabajos a los que uno les ve los esfuerzos, y vale la pena poner un granito para ver todo lo que se va desarrollando con las mismas manos de uno”, comenta Rodas.

Asimismo, expresa que nunca se ha sentido discriminada por ser mujer. “Somos madres cabezas de familia y también somos capaces de salir adelante en cualquier trabajo y con los hijos. El horario acá es mucho más flexible que en otras partes por lo que se les dedica más tiempo a ellos”, concluye la mujer.

 

Ejecución de la obra

Según el arquitecto Ricardo Tabares, la obra estará lista en junio del 2023.

- Vigencia 2021

Actividades Preliminares (demoliciones): $1 mil 49 millones

Cimentación: $879 millones un mil

Plan de Implantación (6%): $115 millones 117 mil

Vigencia 2020: $2 mil 43 millones

- Vigencia 2022

Reforzamiento Estructural: $1 mil 940 millones

Mampostería y muros: $207 millones 742 mil

Pañetes: $169 millones 862 mil

Instalaciones hidráulicas: $410 millones 245 mil

Instalaciones eléctricas: 3 mil 836 millones

Plan de Implantación (52%): $1 mil 55 millones

Total: $7 mil 621 millones

- Vigencia 2023

Pisos y acabados: $1 mil 474 millones

Cubierta: $2 mil 58 millones

Carpintería metálica de madera y cerrajería: $1 mil 123 millones

Enchapes: $65 millones 333 mil

Aparatos sanitarios, grifería y accesorios: $49 millones 22 mil

Pintura: $177 millones 77 mil

Vidrios: $4 millones 242 mil

Instalaciones especiales: $128 millones 220 mil

Aseo y varios: $63 millones 110 mil

Plan de Implantación (42%): $856 millones 409 mil

Total: 6 mil millones

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