Manizales y su verde entorno

El discurso de protección de la naturaleza en Manizales es casi perfecto. Cuando se leen planteamientos y normas sobre las áreas protegidas y se ve que su tamaño es la cuarta parte del territorio municipal puede hacer pensar a cualquier desprevenido que hay conciencia ambiental en la ciudad. Sin embargo, del papel al hecho las cosas cambian. Todos hemos visto cómo Monteleón se ha reducido, se generan conflictos ambientales allí, por Los Alcázares y Sancancio, por solo mencionar algunos, probando que como somos muy cuidadosos en teorizar sobre el asunto, en realidad estamos lejos de tomar acciones decididas para prevenir que se siga consumiendo la naturaleza.

Desde por lo menos cinco administraciones atrás se ha planteado en la ciudad la construcción de una red de Ecoparques, la cual existe en lo físico, pero que requiere de acciones que permitan cumplir con lo que está escrito. De hecho, estudios contratados por Infimanizales, que tienen ya una década, plantean que hay allí una posibilidad turística importante para generar un nuevo modelo de negocios; sin embargo, sigue siendo solo un proyecto.

El Plan de Ordenamiento Territorial es la guía principal de una ciudad para definir su vocación y un norte en el largo plazo. Allí se definen sus áreas de expansión, sus reservas, las potencialidades del territorio. El que está vigente en Manizales desde el 2001 está lleno de decisiones tendientes a lo que un Plan de Desarrollo de finales del siglo pasado llamó con mucho tino Biomanizales, la ciudad que permite un crecimiento en armonía con su entorno, pero de acuerdo con el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional es clarísimo que en la práctica el verde de la ciudad echa cada vez más para atrás.
Manizales tiene un déficit importante en zonas verdes por habitante. El verde que nos rodea no es la naturaleza en la ciudad, sino en sus alrededores. Por este motivo el Concejo en días pasados aprobó una norma que permite a los constructores compensar en dinero lo que deberían ser sus áreas de cesión, en busca de que en el mediano plazo se empiece a ver reflejado en nuevas áreas de recreación y esparcimiento. Ojalá así sea.

Este año la ciudad creó la Secretaría de Medio Ambiente, pero es evidente que su capacidad de respuesta a los conflictos ambientales es mínima, incluso reconocido por el propio secretario en un informe publicado el pasado domingo en LA PATRIA. Es el eterno karma de lo público en nuestra ciudad y en el país, se tienen normas, se decretan prohibiciones, pero no hay manera de hacer un control suficiente y menos que se sancione a quienes incumplan. Por esto, al momento de revisar las áreas de protección, valdría la pena anotar quién controlará y qué herramientas tendrá para hacerlo de manera eficiente.

Además de las áreas de protección de Manizales como son el Bosque de los Caracoles, el Ecoparque Los Alcázares - Arenillo, Los Yarumos, lo que queda de la reserva de Monteleón, parte del cerro de Sancancio y, por supuesto, Río Blanco, entre otras, organizaciones como el propio IDEA, el Observatorio de Conflictos Ambientales de la Universidad de Caldas, la Personería e incluso comunidades afectadas plantean unas nuevas áreas como son el Bosque de Bajo Corinto, el Ecoparque central en la zona aledaña entre el colegio San Luis y la Universidad de Caldas, así como la finca La Aurora en donde ya hay un proyecto habitacional en ciernes.

La decisión que se tome en el Concejo Municipal, responsable de aprobar o no la revisión del POT que se desarrolla este año, ojalá se haga con base en criterios de sostenibilidad ambiental y razonabilidad económica. Es clave que se decida teniendo en cuenta el futuro de los manizaleños y no la coyuntura actual.