El caldense Óscar Iván Zuluaga, hoy candidato a la Presidencia de la República por el Centro Democrático, se ha caracterizado por ser una persona seria, sensata y prudente. La verdad es que tiene el perfil necesario para ser un gran mandatario de los colombianos, lo cual ha demostrado a lo largo de toda su vida pública. Eso no solo sería bueno para Caldas, sino para toda Colombia.
No obstante, los recientes hechos relacionados con el nuevo escándalo de las chuzadas, que le costaron la cabeza a Luis Alfonso Hoyos, asesor espiritual del candidato, ha dejado mal parada su aspiración, justamente cuando repuntaba con fuerza en las encuestas y se convertía en una opción bastante realista para llegar al principal cargo de la Nación. La verdad es que ese episodio relacionado con el hacker Andrés Fernando Sepúlveda, hoy detenido, ha resultado vergonzoso para la política colombiana, pero sabemos que el talante de Zuluaga no encaja en esa equivocación.
La temperatura de la campaña por la Presidencia se ha elevado a niveles indeseables, con ataques desproporcionados de lado y lado, y actuaciones oscuras en las dos campañas con más opciones de ganar la Presidencia. Es hora de acudir a la sensatez y que los discursos altisonantes y las acusaciones temerarias tengan punto final, para que los últimos 15 días de esta competencia democrática permitan llegar a claridades en lugar de profundizar la confusión y el odio.
Los colombianos merecemos que se dé un debate con altura, en el que las ideas y las propuestas para gobernar el país durante los próximos cuatro años sean lo más importante. Hay que dejar a un lado los ataques sin argumentos y la agresividad verbal, para concentrarse en lo que es realmente clave, como es la reflexión acerca de la conveniencia o no de continuar con el proceso de paz con las Farc, y más que todo el análisis de los programas para mejorar la salud, la educación, el empleo y demás políticas de impacto social que requiere Colombia.
El candidato Óscar Iván Zuluaga haría mal si se deja llevar por la corriente pendenciera, que nunca le ha pertenecido, y en la cual se le observa incómodo. Su espíritu constructivo y civilista tiene que imponerse sobre posibles estrategias que se vayan a los excesos, lo cual terminaría haciéndole un gran daño en lugar de favorecerlo. Hay que apelar a su condición de hombre prudente y al buen liderazgo que siempre le hemos conocido para que sea real la posibilidad de que Caldas pueda contar son su primer presidente en toda su historia.
Quedan dos semanas de intensa campaña, en las que esperamos que todos los candidatos se muestren dispuestos a ir a los debates en los que se expongan argumentos y temas de real interés para la comunidad. El presidente Juan Manuel Santos, quien aspira a la reelección, y los otros candidatos, Martha Lucía Ramírez, del Conservatismo; Clara López, del Polo Democrático, y Enrique Peñalosa, de la Alianza Verde, también pueden aportar mucho a un debate limpio y constructivo.
El ideal es que podamos demostrar que contamos con una democracia cada vez más madura, en la que los ciudadanos acudan a las urnas convencidos de estar votando por las mejores propuestas, no por ciegos dogmatismos, ni llevados por efectos del clientelismo. Que lo que queda sea una campaña intensa, pero no en ofensas y disparos al aire, sino en ofertas para un mejor futuro, construido por todos.
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