Desde el 2008, cuando quedó desarticulado el Frente 47 de las Farc que era comandado por alias Karina, se comenzó a respirar un ambiente de posconflicto en el oriente de Caldas. Poco antes se habían desmovilizado las Autodefensas del Magdalena Medio, al mando de Ramón Isaza. Esa calma permitió que durante los últimos cinco años hombres del batallón de desminado humanitario del Ejército Nacional desarrollaran la compleja tarea de limpiar amplias zonas rurales en las que los grupos ilegales sembraron minas antipersonales, responsables de muchas lesiones a campesinos, sobre todo en el oriente de Caldas.
Esa tarea de desminado, unida a las buenas condiciones de seguridad, en general, y la colaboración que han brindado las autoridades locales y regionales a la Unidad de Restitución de Tierras, han permitido que se avance en Caldas en el proceso de devolver tierras a sus dueños. El trabajo para el equipo técnico de esa dependencia no ha sido fácil, sobre todo por la topografía montañosa de gran parte de esas propiedades, por lo que los avances en la presentación de demandas ante los jueces especializados en restitución de tierras apenas se acerca a las 200, de cerca de 1.200 solicitudes. De hecho, apenas hay hasta ahora siete sentencias favorables a familias que han reclamado.
En este aspecto, Caldas funciona como modelo para otras regiones, debido a que en esta región los casos no son propiamente de despojos, sino en una gran mayoría se trata de abandono de las fincas por el temor que causaron los grupos armados ilegales hasta mediados de la década pasada, y más recientemente por el miedo a morir o quedar heridos por las minas antipersonales. La idea de la regional Valle del Cauca y Eje Cafetero de la Unidad de Restitución de Tierras es lograr que todas las solicitudes puedan ser evacuadas este año y que sean los jueces los que tengan la palabra acerca de los numerosos fallos que se esperan.
Paralelo a este proceso, también se avanza en el regreso de las cerca de 50 familias de la vereda El Congal, en el municipio de Samaná, con la idea de que sea un nuevo comienzo, gracias al apoyo en la ejecución de proyectos productivos que no solo les permita tener un futuro digno, con el que superen las heridas que les causó la guerra, sino que se logre una reconstrucción real del tejido social, como una manera de prevenir conflictos futuros.
Con esa misma idea, la responsabilidad del Estado con quienes regresan es que reciban recursos para proyectos que los incentive a mantenerse en la zona rural y salir adelante. Eso es lo que ya ocurre en Salamina, donde comenzará el primer proyecto productivo de este tipo en el Eje Cafetero, el cual podría convertirse en modelo para el resto de Colombia. Caldas debe aprovechar esta oportunidad para tomar la ventaja en el impulso de iniciativas propias del posconflicto y obtener no solo respaldo nacional, sino internacional, en la construcción de un porvenir en paz, sustentable y de largo plazo.
Para analizar todos estos aspectos, el próximo viernes 6 de noviembre se llevará a cabo un foro en el que trabajan unidas la Unidad de Restitución de Tierras y la Alianza Suma, de la que hacen parte las universidades de Manizales. En ese espacio las víctimas podrán expresar sus expectativas alrededor de la recuperación de la región y la manera como ellas pueden participar en la construcción de la paz. Con eventos como este se hacen visibles los problemas que aquejaron a miles de coterráneos y que ahora buscan soluciones con el apoyo de todos.
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