La cotización del dólar está bordeando los $3.000 desde hace varios días. Al cierre de la semana pasada, se cotizó a $2.945 en promedio, muy cerca de romper la barrera sicológica de los $3.000, y llegando a los $2.986 que se pagaron por cada dólar en el año 2003, y que es hasta ahora el valor más alto que ha alcanzado la divisa norteamericana en nuestro país.
Las causas del fortalecimiento del dólar son varias. Los analistas la atribuyen a una mejora sostenida de la economía norteamericana, manifiesta entre otras variables en la caída del desempleo en ese país, en una disminución de los precios del petróleo, y más recientemente en una desaceleración inesperada en la China.
Las primeras consecuencias para la economía mundial de la combinación de los factores anteriores se han visto en la desvalorización de las monedas de los países emergentes, en una baja de los precios de los comodities que con contadas excepciones han perdido un 20% de su valor en los meses recientes-, y en un reacomodo de todo el comercio internacional.
Para Colombia, en términos generales, es bueno que el peso no esté revaluado, porque la industria, si bien puede modernizar sus plantas de producción importando bienes de capital para ser más eficientes, las ventas en los mercados externos se les complican con un peso costoso. Una relación más adecuada de intercambio de la moneda les permite ingresar a mercados externos con mejores posibilidades de competir.
Las exportaciones totales del país han caído como consecuencia de los menores precios del petróleo, pero la industria ha comenzado a mejorar y este año han crecido sus ventas externas en un 11%. Una buena tendencia, pero insuficiente para compensar lo que se está dejando de recibir por lo exportado en combustibles. Hay que ser más agresivos y aprovechar mejor todos los tratados de libre comercio que hoy, por fortuna, tiene vigentes el país con la mayoría de los principales mercados del mundo.
Hay también efectos adversos con un dólar caro. Colombia importa una gran cantidad de alimentos y productos de primera necesidad, maíz y cereales, que seguirán presionando los precios hacia arriba, con lo cual, como ya lo reconoció el Banco de la República, la meta de inflación no se cumplirá este año. En ese sentido es necesario revisar con prioridad un programa de sustitución de importaciones que contrarreste este fenómeno.
Se espera igualmente que la Reserva Federal, el banco central de los Estados Unidos, empiece a subir las tasas de interés de los bonos del Tesoro, con lo que crecerá la demanda por dólares y subirá más su valor. La política de inyectar dólares para sostener la demanda interna en ese país ya no es necesaria, y ahora se dedicarán a recoger un poco del excedente de emisión que hicieron en las épocas de crisis, por lo que la tendencia seguramente será hacia arriba.
Para el café, como producto en esencia exportador, un dólar alto es una excelente noticia. Gracias a ello se tienen a la fecha precios remunerativos que al menos cubren los costos de producción. Es también una oportunidad para estar atentos a asegurar ingresos, pues aunque es previsible que el dólar continúe al alza, nadie puede asegurar con certeza hasta dónde crecerá y si una eventualidad puede hacer cambiar las cosas, así que tener desde ahora algo de garantía de precios hacia el futuro es recomendable para los productores.
No la tendrá fácil el gobierno colombiano, pues con un precio del petróleo a menos de US $50 el barril y a la baja, con un servicio de su deuda externa que por el solo efecto de la devaluación se le ha encarecido en un 50% en los últimos 12 meses, y con un aparato productivo que responde con lentitud a las nuevas condiciones del mercado, las perspectivas de inversión pública y crecimiento se complican bastante. Esperemos que el ajuste sea oportuno para evitar crisis indeseables.
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