Difícil panorama para Rajoy

El Partido Popular (PP) recibió el mayor respaldo en las elecciones generales del pasado domingo y logró 121 curules, pero el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, perdió las mayorías en el parlamento, y la única manera de seguir al frente es buscar alianzas con movimientos minoritarios que ahora podrán pasar la cuenta como si fueran los ganadores. Ya no podrá el PP gobernar solo, lo que le restará gobernabilidad a Rajoy, quien insiste en que seguirá adelante con el enorme desafío de representar a los españoles pese a una férrea oposición.
Solo el 28,7% de los votantes le dieron esta vez el respaldo al líder de centro derecha, muy por debajo del 44,63% que lo apoyó hace cuatro años. Ni el impulso que traía el movimiento Ciudadanos le servirá de mucho a Rajoy, quien en total solo podría sostener 163 escaños a favor, no los 176 que se requieren para la mayoría absoluta. El gran fenómeno político del domingo fue el ascenso vertiginoso de Podemos (con 69 curules), que unido al Partido Social Obrero Español (PSOE), tienen todo servido para torpedear las posibilidades de mayorías para Rajoy y proyectar el dominio del gobierno en el futuro, aunque primero tendrían que zanjar sus grandes diferencias frente al asunto separatista.
Ahora bien, además del propio presidente del gobierno los grandes derrotados esta vez fueron los partidos tradicionales españoles, tanto de izquierda como de derecha. Creemos no equivocarnos al decir que al lado de Rajoy y el PP el gran perdedor de la jornada fue el PSOE, que llegó a 90 diputados, lo que evidencia una crisis profunda en la política española. Eso también hace que no pueda descartarse una alianza, antes impensable, entre el PP y el PSOE, con el objetivo de atajar a los movimientos emergentes, pero tal situación también resultaría demasiado compleja para la gobernabilidad de Rajoy.
Hay un golpe poderoso al bipartidismo, el cual ya se había presagiado en las anteriores elecciones del Parlamento Europeo, en donde Podemos alcanzó un avance insospechado con sus planteamientos de antiausteridad, y que ahora parece ingresar a la etapa de consolidación en España. No puede olvidarse que el año pasado Podemos superó el millón de votos en las elecciones europeas, pese a tener en ese momento apenas meses de creado. Lo cierto es que no solo en ese país, sino en toda Europa, cada vez ganan más terreno los discursos populistas y la realidad económica general es un combustible que aviva más la llama. 
Las posiciones finales de los partidos frente a Cataluña y el País Vasco, donde Podemos fue mayoría, tendrá gran influencia en la conformación de las coaliciones que, eventualmente, le permitan a Rajoy conformar Gobierno y seguir al frente de los destinos españoles. Como sea, es un contundente llamado de atención para hacer ajustes en las políticas gubernamentales, si es que en las próximas elecciones el PP o hasta el propio PSOE pretenden mantenerse en el poder. El asunto de la integridad nacional será determinante para el futuro político del país ibérico.

La realidad hoy es multipartidista, en la que la izquierda parece acercarse a posibles acuerdos para hacer inviable que que Rajoy siga al frente. El pasado domingo se marcó el fin a una hegemonía bipartidista de 40 años, surgida después de la salida del dictador Francisco Franco, y que ahora tiene visos globales en sus movimientos emergentes. Si no hay consolidación de acuerdos entre la actual multiplicidad de visiones, lo más seguro es que se dé una legislatura corta, a partir del próximo 14 de enero, lo que significaría no solo la salida de Rajoy, sino un golpe al futuro de la Unión Europea. Ahora bien, los españoles lo que están dejando en claro es que quieren cambios, sobre todo en materia de corrupción y economía.