Los colombianos estábamos esperando que el Gobierno Nacional tuviera una reacción más firme ante los ultrajes con los que el gobierno de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, viene tratando a nuestros compatriotas en la frontera. Así parece haberlo interpretado el presidente Juan Manuel Santos, quien en una alocución el pasado miércoles expresó con energía el repudio que la actitud del régimen vecino nos causa a todos los colombianos, y con la cual solo se pretende desviar la atención de los graves problemas internos que sufre ese país, y que tiene a la opinión pública en contra del régimen chavista.
“Qué mayor dicha, ni qué mayor gloria que la de pertenecer a un país donde se respeten las leyes, la equidad y el juicio de la opinión pública”, citó Santos al prócer Francisco de Paula Santander, para responderle a Maduro acerca de su señalamiento de supuesto traidor de las ideas de Bolívar, y al enfatizar en que ninguno de los dos países debe entrometerse en los asuntos internos del otro. Debemos recordar que Maduro en varias ocasiones se ha referido de manera desobligante a nuestro país, a nuestros dirigentes, empresarios y medios de comunicación, entre otros.
Ya es un hecho que el tono de la discusión subió entre los presidentes, y que desde Colombia se respondió con vehemencia y firmeza los insultos de los que hemos sido víctimas, además de los malos tratos que miles de familias colombianas han sufrido en territorio venezolano. Sin embargo, también es cierto que desde ambos gobiernos se ha manifestado que las puertas están abiertas para avanzar en un diálogo. Esa será la manera más sensata de zanjar las diferencias. Santos no puede caer en la trampa de las provocaciones, para terminar haciéndole el juego a Maduro, quien está urgido de mostrarse como víctima ante su pueblo y provocar una solidaridad ciega.
Ahora bien, aunque una reunión entre los dos mandatarios es lo deseable, también es cierto que dicho encuentro no debe darse si se mantiene la actitud hostil de Maduro, quien cada día toma nuevas medidas que ofenden a los colombianos en la frontera de 2.200 kilómetros. Hay que luchar por mantener siempre la posibilidad de que las vías diplomáticas ayuden a resolver conflictos con nuestros vecinos, hay que velar porque se pueda dar ese encuentro personal entre Santos y Maduro, pero bajo unas condiciones que sean sensatas, justas, equitativas, en las que se garantice, por encima de todo, el respeto a los derechos de nuestros compatriotas y un trato digno.
Dichas ya todas las cosas duras que era necesario que se expresaran, en exigencia de respeto para Colombia, lo que debe venir es una estrategia para bajarle la temperatura a la relación entre los dos países y hallar salidas que no generen más estridencias. No obstante, hay que entender que el objetivo de Maduro, hasta antes de las elecciones legislativas del 6 de diciembre, será mantener las tensiones y tratar de armar camorra. Frente a eso, el gobierno de Santos tiene que mantenerse por el sendero de la prudencia, pese a las payasadas, insultos y mentiras que puedan venir.
Siempre tendremos a Venezuela como nuestro vecino, con el que tenemos que aprender a convivir así sea totalmente diferente a nosotros, y así siempre esté ejecutando actos de provocación. Evidentemente no somos los culpables de lo que hoy les ocurre, y es el mismo gobierno chavista el que está llevando al fracaso su revolución bolivariana. Maduro insistirá en toda clase de teorías que nos señalen a los colombianos como los culpables de su fracaso, y tal vez tomará medidas que nos van a ofender aún más, pero lo peor en estos momentos sería perder la calma.
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