Apoteosis papal en América

“Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos”. Así, con mucha sutileza, el papa Francisco les habló a los congresistas estadounidenses acerca de sus puntos de vista frente a los acercamientos con Cuba, que son tan fuertemente criticados por las mayorías republicanas en esa corporación legislativa. Pese a que también les habló duro sobre los inmigrantes, el cambio climático, el aborto, la pena de muerte, el negocio de las armas y el matrimonio entre parejas del mismo sexo, el jerarca de la Iglesia Católica salió ovacionado del recinto. 
Sin embargo, eso fue poco, si se le compara con el recibimiento en Nueva York, donde un río humano salió al Parque Central y la Quinta Avenida a disfrutar de su carisma arrollador y a escucharlo en el Madison Square Garden o en la Catedral de San Patricio, o incluso con el larguísimo aplauso que recibió de los líderes del mundo, al concluir un emotivo discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas, donde se refirió a delicados temas de la actualidad mundial y les tendió la mano a quienes profesan otras religiones, exaltando la bondad que puede haber en las personas, sin que tengan que pertenecer a un credo como el católico. 
Ayer el pontífice viajó a Filadelfia, donde presidió el Congreso Mundial de Familias, y donde el tono de sus intervenciones fueron menos políticas y más evangelizadoras, pero en las que siguió mostrando su profunda preocupación por los más pobres y por la justicia social, y llamando a los fieles católicos a ser más generosos y comprensivos con los inmigrantes que llegan a un país como los Estados Unidos con la ilusión de salir adelante, de manera digna al lado de sus familias. Esa es la realidad de varios millones de latinoamericanos que buscan el sueño americano, pero que encuentran toda clase de obstáculos para lograrlo. 
Días antes, en Cuba, el papa Francisco también fue protagonista por sus discursos que llamaron a los habitantes de la isla y a sus gobernantes, a darse una nueva oportunidad de abrirse al mundo y compartir más con el resto de la humanidad. Allí también abogó por un mayor respeto a las libertades y a la dignidad humana, y a que haya una mayor comprensión, en general. Incluso, horas antes de que el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el jefe de las Farc, alias Timochenko, anunciaran desde Cuba su acuerdo sobre justicia transicional, el líder religioso pidió que se hicieran todos los esfuerzos para que el actual proceso de paz no se convierta en un nuevo fracaso. 
Mañana, el presidente cubano, Raúl Castro, hablará en las Naciones Unidas por primera vez desde que está al frente del gobierno de la isla. Su hermano, Fidel Castro, ya lo había hecho por última vez en 1995. El actual mandatario de Cuba viajó desde el pasado jueves para poder estar presente en la memorable intervención de Francisco, quien ha sido impulsor de la mejora de las relaciones entre los cubanos y los estadounidenses, las cuales estuvieron rotas durante 54 años. 

Se espera que la gira del Papa por los dos países acelere el proceso de restablecimiento total de las relaciones, que a la reapertura de las embajadas se sumen nuevos hechos concretos como el levantamiento del embargo económico a la isla, así como la apertura democrática en Cuba. El camino aún es largo y pedregoso, y mientras en el Congreso de los Estados Unidos deben aprobarse las medidas que les den un respiro económico a los cubanos, el régimen de los Castro también tiene que transformar sus estructuras para darle cabida a otras voces, de manera libre y respetuosa. El mensaje de reconciliación tiene que empezar a dar más frutos.