Fotos|Darío Augusto Cardona|LA PATRIA
Beatriz-Helena Robeldo, invitada especial hoy a la Cátedra abierta Grandes Temas de Nuestro Tiempo.
Fernando-Alonso Ramírez
LA PATRIA|Manizales
En la tarjeta de presentación se lee: Consultorio lector, y sobre el texto, un diván. Beatriz Helena Robledo soluciona problemas de lectura, de escritura, de comprensión o de literatura. Para eso montó su consultorio y tiene licencia para recetar libros, que son el mejor medicamento.
Esta manizaleña, la persona que más sabe de Rafael Pombo, según dicen varias páginas web, está de paso por Manizales para participar en la Cátedra abierta Grandes temas de nuestro tiempo, con la conferencia La literatura, un mundo habitable.
Es tallerista internacional en promoción de lectura y de literatura para niños. Su conferencia será hoy a las 10:00 de la mañana en el Auditorio de la Universidad Nacional, como parte del ciclo "De los presocráticos a Pessoa".
Al escucharla se entiende por qué se atreve a recetar en asuntos de letras. Ayer hablamos con ella lejos de su consultorio, pero en lo que bien podría ser una droguería de las suyas: la biblioteca Carlos-Enrique Ruiz, en el campus La Nubia, de la Universidad Nacional.
El mundo de la literatura
¿Cómo lograr que más personas habiten el mundo de la literatura?
Es un reto que no lo tiene uno como individuo, como promotor de lectura, sino que lo tienen la escuela, las biblioteca, los gobiernos, porque finalmente podemos vivir sin literatura, y con mayor razón en un mundo cada vez más técnico, con una apuesta mayor a la rentabilidad, a lo utilitario. El problema es ¿qué se está perdiendo un ser humano que viva sin lectura y sin literatura? Ya hay un camino recorrido en la mediación de lectura, hay aprendizajes que demuestran que es posible, no es fácil, no hay que decirse mentiras, pero sí hay caminos, sin caer en fórmulas. Por ejemplo, lograr que lo que se vaya a leer genere algún vínculo con la vida personal de ese lector, ya sea desde lo emocional, desde lo afectivo, desde lo imaginativo.
¿Sí hay maneras de conectar?
Sí, pero un terreno básico de conexión es lo emocional, sobre todo la literatura, y la narrativa en particular, trata de conflictos humanos, así estén personificados por marcianos, pero finalmente su materia prima es el lenguaje y la condición humana. Si uno encuentra las claves de conexión puede lograr que las personas se conecten con esos textos.
¿Cuándo vamos a ver publicada la poesía de Beatriz Helena Robledo?
Ahí yo soy pudorosa. Me encanta la poesía, la leo muchísimo, tengo una buena biblioteca, y por el respeto que le profeso no me atrevo, aunque tengo mis pecados poéticos. La sigo escribiendo, he armado como dos libros inéditos, con título.
¿Es decir que le puede la autocrítica poética?
Sí. En serio le tengo mucho respeto a la poesía, claro que debe ser un prejuicio, porque cuando publico tampoco es que me compare con García Márquez, simplemente uno escribe lo que puede escribir y lo que uno es. Uno está es en una búsqueda personal. También es cierto que generalmente las oportunidades de publicar la narrativa son mayores: está el concurso, el manuscrito que mandas y las editoriales le apuestan, pero si yo publico poesía, seguramente tenga que hacer autoedición. Es como creérmela un poco más y decir, lancémonos.
¿En qué se diferencia un taller de un Taller de talleres?
Este nombre surge de una experiencia que tuvimos cuando empezaba la Corporación Rafael Pombo en Bogotá y yo tenía la fortuna de trabajar allá. El equipo éramos personas que trabajamos con el arte, con teatro, con pintura, con el desarrollo creativo del niño. Hicimos un encuentro con talleristas de diferentes lugares del país para aprender unos de otros y lo llamamos Taller de talleres. Cuando me retiré, siempre con la idea de crear una asociación propia, me acordé de ese espacio muy rico, en el que reflexionamos mucho sobre la educación artística. Ya no soy la directora, lo maneja mi hermana, yo estoy con mi consultorio lector, un programa de atención personalizada.
En consulta
¿Cómo funciona ese consultorio?
Como un consultorio. Cualquier cosa que tenga que ver con problemas de lectura y escritura, yo lo atiendo. Hago un diagnóstico inicial y a partir de ahí hacemos un trabajo personalizado semanal. Van muchos niños y jóvenes con dificultades de comprensión. He descubierto que la mayoría de las veces son bloqueos por una mala pedagogía o por unos padres ansiosos. No me ha tocado remitir ninguno al psicólogo o psiquiatra porque tenga un problema tan grave. Es más el acompañamiento personal. Indago un poco lo que le gusta leer e incluso receto libros. Es un trabajo muy grato, que me va dando mucho conocimiento, más sutil, de este complejo mundo de la literatura.
¿Se ha planteado escribir algo con escenario o personajes de Manizales?
Sí, tengo una novela que esperaría que la vida me diera el tiempo para hacerla. Tengo apenas el bosquejo. La inspiración de esa novela sería mi abuelo, el padre de mi padre que yo no conocí. Fue un maestro de escuela, tuvo muchos hijos y después se vuelve jugador y, según cuentan, tuvo un garito clandestino en la Plaza de Bolívar, en plena bonanza de los años 20 y 30. Es un buen pretexto para narrar toda esa época gloriosa de Manizales, una época donde se acaba de arraigar mucho esa idiosincracia nuestra, esa doble moral que se maneja aquí, esas contradicciones que uno lleva como manizaleño. Igual tengo una novela para jóvenes, Flores blancas para papá, que se desarrolla aquí, aunque no dice que sea Manizales. La protagonista es una adolescente que perdió a su papá cuando estaba pequeñita, vive en Bogotá y cuando conoce la noticia de que el abuelo va a morir, ella regresa acá, Manizales está detrás, a la casa del abuelo para despedirse y preguntarle cosas sobre su padre que nadie le quiere contar. Digamos que fue el primer acercamiento a la ciudad.
"Pombo no me suelta"
"Pombo no me suelta", dice entre risas, al preguntarle para qué sirvió el centenario de la muerte del autor, que se conmemoró el año pasado. Explica que la exposición de la Feria del Libro se montó en virtual y se encuentra en las páginas de la Biblioteca Nacional y de la Luis Ángel Arango y la pueden usar maestros, animadores culturales o enamorados de Pombo.
También la Biblioteca Nacional firmó un convenio con la Academia de la Lengua, que tiene a su custodia el archivo Pombo, para restaurarlo y digitalizarlo. De hecho, a Robledo le encargaron la curaduría para una página especial de ese archivo y para una aplicación App. "Por eso digo que no me quiere dejar, me quiero divorciar, pero él no", vuelve a bromear.
Este año estuvo metida de nuevo con el autor del Renacuajo paseador. "Es una maravilla encontrar sus notas, sus cartas, sus locuras. Por ejemplo, la lista de las mujeres más bonitas y más feas de la ciudad. En ella encontramos: fulanita de tal, cuello y nariz; peranita, manos; la otra, coqueta; esta es la más fea de todas. Yo decía: este tipo está muy cuco", y se pone el dedo índice en la cabeza en gesto de locura.
¿Entonces para usted, Pombo es Ángel o demonio?
Es ángel.
Así piense en momentos en divorciarse
Lo que pasa es que uno no se puede obsesionar, el mundo es maravilloso y si uno se obsesiona con una sola persona, no es sano. No me quiero volver pombóloga obsesiva, porque dirán: esta loca llegó aquí.
No obstante, reconoce que falta mucho por saber de Pombo, como sus 17 años en Nueva York, que no se han explorado, pero que la tarea que ella se había propuesto ya la cumplió. Sí le gustaría escarbar los artículos de prensa, pues era un gran crítico de arte, de música, de literatura, artículos muy relacionados con la cultura bogotana de esa época.
Esta biógrafa de Pombo compiló además una antología para la Universidad del Rosario de la literatura para adultos del autor y acaba de entregar otra a Random House sobre lo que algunos llaman poesía de circunstancia, en la que encontró que no lo era tanto de momento, sino poesía cotidiana, muy moderna, con humor, con crítica social, menos romántica.
Experiencias para replicar
Beatriz-Helena Robledo llegó la semana pasada de Nicaragua en donde estuvo, por segundo año consecutivo, invitada por la Embajada de Colombia que promueve allí un concurso de escritura de cuentos, con los niños de las escuelas de ese país. Ella se encargó de dictar talleres para dar herramientas de construcción literaria, de personajes, de creación de ambientes, incluso sobre lo que llaman disparadores creativos, de modo que los niños y jóvenes escriban su cuento para el concurso.
Además se reunió con bibliotecarios para hacer un festival de adivinanzas, porque estas, asegura, estimulan en los niños los dos hemisferios del cerebro, son la puerta de entrada a la poesía, porque finalmente la adivinanza es una forma de metáfora y pone al que adivina en actitud investigativa.
Robledo se ha convertido además en una trabajadora de las letras con población vulnerable, como niños en situación de calle, desplazados y hasta menores desvinculados del conflicto armado. Este trabajo la ha retado, porque una cosa es la teoría y otra es trabajar con estos niños y jóvenes e involucrarlos en algo que no hace parte de su vida cotidiana: los libros, la lectura, la escritura. "Ha sido un aprendizaje, te desubica, te descoloca, te cuestiona todo lo que crees saber y eso me parece sano".
Su trabajo promotor ha traspasado las fronteras, por eso reconoce que en todos los países hay experiencias muy valiosas. Por ejemplo, recomienda uno en Brasil, Agentes sociales de lectura, que ya forma parte del Plan nacional de lectura, en el cual se convoca a los jóvenes de alguna zona y les dan herramientas, un morral con libros bonitos de literatura infantil y juvenil, y los acompañan.
Estos promotores se vuelven agentes de literatura de su comunidad y líderes. "A estos jóvenes les pagaban una plata y cuando les preguntaron en las primeras mediciones en qué invertían esos recursos, la mayoría lo hacía en su propia educación", relata.
También de Brasil, pero solo en Sao Paulo, cuenta que hay un proyecto de formación, Conversas a pie de página. A este llevan especialistas del mundo a dialogar como pares con promotores de lectura de toda la ciudad. Son miles de personas en ese auditorio que se vuelven multiplicadores, y además les entregan todo grabado para que repliquen.
De México resaltó un proyecto de Estado, Salas de lectura, espacios que alguien abre en cualquier lugar, en una peluquería, una cafetería. "Vuelvo la semana entrante a Monterrey, en donde uno se queda sorprendido, son espacios sencillos, no son grandes edificios, sino simplemente el deseo y la convicción de la gente, casi como una quijotada, de buscar lectores", cuenta.
Dice que una estrategia que ha funcionado es la lectura de viva voz, compartida, porque genera espacios sociales, donde un individuo lee para los otros, como si se fuera intérprete de una partitura. "Y una vez adentro, un buen texto cautiva a cualquiera".
Anverso de la tarjeta de presentación de Consultorio lector.
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