Eduardo Escobar durante su visita a Manizales en el 2013 durante la Cátedra abierta Grandes temas de nuestro tiempo el auditorio de la Universidad Nacional. 

Foto | Archivo | LA PATRIA Eduardo Escobar durante su visita a Manizales en el 2013 durante la Cátedra abierta Grandes temas de nuestro tiempo el auditorio de la Universidad Nacional. 

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El poeta, crítico literario, columnista, ensayista, escritor y periodista antioqueño Eduardo Escobar falleció en la madrugada de este martes a sus 80 años tras padecer un cáncer de pulmón. Fue cofundador del movimiento nadaísta junto con Gonzalo Arango, Amílcar Osorio y Alberto Escobar Ángel, en 1958.

En una entrevista publicada en el 2013, el editor de Noticias de LA PATRIA, Fernando-Alonso Ramírez, lo describió así: "Su mochila y su sombrero aguadeño lo delatan como un hombre sencillo, aunque él se diga que no lo es. Su afán para escaparse de los lugares de encierro lo muestran como el fumador que sigue siendo. Su manera de citar autores, uno tras otro, hasta en los temas más triviales, dan cuenta de su erudición". 

Escobar fue seminarista y sostuvo que tuvo la ambición de ser santo o papa, al salirse de eso entró en una profunda crisis: "Al demonio lo vi después, cuando las épocas del LSD, y es bastante desagradable el personaje. Creo que los católicos, más que los protestantes, aprendimos a vivir con esa figura, es como un camarada necesario", dijo en esa ocasión. 

Cuando tenía 14 años se contó entre la semilla que dio origen al nadaísmo. Sonreía cuando se le mencionaba que ese movimiento era señalado como la encarnación del demonio por la conservadora sociedad colombiana de mediados del siglo pasado. "El demonio a veces señala como diabólico lo bueno, nosotros vinimos precisamente a eso, a develar las mentiras y a evidenciar que vivíamos un mundo injusto, donde la divinidad era utilizada por los antioqueños de la Andi para hacer negocios y por la Iglesia para mantener oprimido un pueblo, en la resignación y la miseria", expresó Escobar en entrevista con LA PATRIA. 

Fue autor de los libros Confesión mínima (1975), Correspondencia violada (1980), Nadaísmo crónico y demás epidemias (1991), Poemas ilustrados (2007), Cabos sueltos (2017), Insistencia en el error (2020), y Escritos en contravía (2023).  

En el 2000 recibió el premio Simón Bolívar a la mejor columna de opinión, por un texto crítico sobre el escritor Jorge Luis Borges. En febrero de este año recibió el reconocimiento a mejor publicación editorial de Premios del Círculo de Periodistas de Bogotá, con su libro Escritos en contravía, publicado por Intermedio Editores. 

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