Cuando leíamos este domingo los periódicos oficiales nos parecía asistir a una suerte de Comedia de las Equivocaciones. Porque los diarios eran los mismos desde los cuales se nos decía, hace unos meses, que nada era cierto en nuestro discurso y que se trataba, apenas, de percepciones probablemente mal intencionadas. Y después, no mucho después, los mismos diarios recogían las palabras del presidente en nuestra contra, ya mucho más subidas de tono, acusándonos de asumir una posición antipatriótica. Todo por decir lo que ahora dicen los diarios oficiales.

Nos estamos refiriendo a nuestras antiguas "percepciones", otra vez repetidas, de que la guerrilla había cogido por su cuenta a la industria petrolera, para pegar donde más duele y también, no era descartable, para afianzar su posición en esa mesa de negociaciones en las que el presidente Santos quiere sentarse desde hace rato. También decíamos que las fronteras se habían vuelto un infierno por la agresividad de los que moran en el vecindario norte y sur de la República, y por la estupidez en que consisten los 10 kilómetros de profundidad que se han garantizado como zona de exclusión para las fumigaciones.

El Tiempo de este domingo parecería escrito por nosotros, salvo en el estilo, valga aclarar, solo que con unos meses de retraso. Vale hacer el repaso geográfico de aquel recuento de desgracias recientes.

Empezando por Arauca, allá en la frontera con nuestro nuevo mejor amigo, la cosa está que arde. El oleoducto bicentenario está largamente atrasado por los ataques de la guerrilla. Y eso que lo peor está por venir, que será cuando terminado se llene de combustibles. Porque le pasará lo mismo que hoy le pasa al Caño Limón-Coveñas que está padeciendo atentados cada tercer día. No precisó El Tiempo, habrá que decirlo, que más al oriente, en la zona del Catatumbo, la cosa andan peor, si es que se puede. Y que cuando se trata de hacer caravanas de carro tanques, cada operación parece, no de transporte de crudo, sino de actos de guerra. Todavía están secuestradas las dos damas que sacaron de sus casas a la fuerza, solo porque tienen relación profesional con los que trabajan en la construcción del bicentenario.

En el departamento del Putumayo está paralizada la mitad de su producción petrolera. Después de continuos hostigamientos, el colmo llegó con el ataque en que fueron asesinadas cinco personas pertenecientes a la planta de un subcontratista de Ecopetrol. Al oleoducto que alguna vez se llamó "Transandino" no le cabe una reparación más y la situación de amenaza no da trazas de mejoría.

En el Caquetá las cosas son más dramáticas. Porque los transportadores ya dejan podrir sus carros al sol y al agua, antes que intentar la aventura de usarlos para sacar petróleo hacia Florencia. Y si tuvieran incertidumbre, porque quisieran reemprender la marcha, ya se las quitaron. Entre Puerto Rico y el Caguán, volaron el puente de la única carretera. Y para rematar, nadie volvió a saber una palabra de los cuatro ciudadanos chinos que fueron secuestrados por la guerrilla hace más de un año, por supuesto vinculados a una compañía petrolera.

Las cifras de reducción de la producción petrolera, no parecen tan dramáticas. Hemos perdido algo así como sesenta mil barriles diarios, que no son más del 6% de la producción estimada en un millón de barriles. Pero ya la caída es muy fuerte y si la inseguridad sigue su marcha, el pronóstico solo puede ser sombrío. Pero tal vez lo más grave es que en ese ambiente de incertidumbre no sean muchos los inversionistas que quieran probar suerte. El juego de la ruleta rusa no es muy divertido.

Mientras tanto, crecen los cultivos de coca, lo que quiere decir que la cocaína va en aumento. Y el Director de la Policía solo atina a suplicar que se disminuya la franja de los 10 kilómetros que le regalaron a los narcos, cortesía de nuestra cancillería y del Ministerio del Interior. Tema que dará para otra columna. Aprovechemos, porque ya no nos regañan.