A propósito del editorial de este diario el pasado 3 de abril ‘Orgullosos de Manizales’ http://www.lapatria.com/editorial/orgullosos-de-manizales sobre la presentación del estudio comparativo de percepción de la Red Cómo Vamos en la que participan 14 ciudades y donde Manizales obtuvo algunos de los primeros lugares en: cobertura y calidad de servicios públicos, seguridad ciudadana, movilidad, satisfacción y orgullo por la ciudad como sitio para vivir, me gustaría empezar por mencionar que la encuesta mide la percepción de la ciudad desde el punto de vista de los encuestados, 946 en Manizales (0,24% de la población urbana y rural de la Ciudad -388.525 hab.-) y que la percepción, como también se menciona en el editorial de este diario, es un tema de interpretación subjetiva que invita a ser cuidadoso con los resultados que deben ser contrastados con las mediciones técnicas de los mismos indicadores. En mi opinión es bueno que no dejemos de mirarnos en el espejo para que, con objetividad, valoremos lo que tenemos y reconozcamos aquellas cosas en las que necesitamos mejorar.
Independientemente del resultado que arroja la encuesta, que considero un esfuerzo valioso, me parece interesante que reflexionemos sobre un tema que normalmente asociamos al ámbito de las personas, pero que sin duda se refleja y tiene impacto en la forma como nos relacionamos con otros y en el tipo de sociedad en la que vivimos, me refiero a la autoestima. Un elemento esencial para el desarrollo de una ciudad, un tema que hemos analizado en diferentes oportunidades, con el grupo de Estoy con Manizales, como una de las causas por las cuales es complejo trabajar juntos y construir de manera colaborativa propuestas innovadoras para las problemáticas sociales.
Es frecuente encontrar personas que piensan que una buena autoestima es sinónimo de estar siempre bien y creer que somos los mejores, los más inteligentes o los más sobresalientes; nada más lejos de esto. La autoestima no es sinónimo de un ego grande y mucho menos de una actitud arrogante, una persona con una buena autoestima es alguien que se reconoce como un ser humano con cualidades y capacidades, pero también con debilidades y limitaciones; alguien que se acepta y se siente cómodo aún sabiendo que no es perfecto, porque además, la perfección no es un estado real, dado que siempre habrá cosas en las que podríamos mejorar. Es tan complicado sentirse menos que otros y pensar que no se tiene valor, como creer que se es mejor y sentirse perfecto, los dos extremos son manifestaciones de una autoestima con dificultades. Lo más sano es sentir que no somos mejores ni peores que nadie, simplemente somos seres humanos que tenemos cosas que nos acercan a otros y cosas que nos diferencian; esta es, desde mi punto de vista una muy buena definición de humildad ‘reconocer que no somos ni mejores ni peores que nadie y que nuestra visión de la realidad es solo la nuestra que hace parte de un esquema mayor de aprendizaje que involucra al otro’.
Tener una autoestima saludable está en relación directa con la capacidad que tengamos de ser honestos con nosotros y con los demás, de reconocer dónde están nuestras fortalezas y donde tenemos limitaciones y oportunidades de mejora, de aceptar las opiniones diferentes de otros y de reconocer que no podemos hacerlo solos y aceptar que la mejor forma o tal vez la única es trabajar en colaboración con otros. Cuando pienso en colaboración me aparecen las diferentes iniciativas que hoy hay en la ciudad, muchas de las cuales apuntan en la misma dirección, pero no se conversan entre sí y espero que el acuerdo marco que firmaron 17 Instituciones, el pasado 26 de marzo en la Cámara de Comercio http://www.lapatria.com/editorial/compromiso-con-manizales, al cual ya se han sumado 3 instituciones más, sirva para fortalecer el liderazgo colectivo, dejando a un lado los egos para articular las ideas y las iniciativas alrededor de un propósito común; no digo que se limiten ni se reduzcan, solo creo que es importante unir esfuerzos y recursos para avanzar con mayor celeridad. Me llama la atención como la mayoría de personas quieren resultados visibles y victorias tempranas ¿quién no los quiere? Lo que pasa es que las acciones que tienen alto impacto generalmente no son esfuerzos aislados, de una institución o un sector, son ejercicios que necesitan del concurso de muchos.
Para que este acuerdo de voluntades tenga éxito necesitamos, en primer lugar, revisar si lo que estamos haciendo hoy, como personas y como instituciones, proviene de un interés legítimo por un desarrollo armónico e incluyente en el que se puedan generar oportunidades para todos. Estoy con Manizales es, sin duda, un proyecto de innovación social donde la colaboración se convierte en eje fundamental para avanzar y tener los resultados visibles que todos necesitamos y queremos ver hoy y para las generaciones representadas en Matías Osorio, el niño que con su mano pintada de rojo nos recordó de una manera tan emotiva que no lo debemos hacer solo por nosotros sino especialmente para los que empiezan llenos de sueños y entusiasmo. ¿Estamos listos para colaborar -como personas e instituciones- en la construcción de soluciones que generen transformación y tengan impacto en el largo plazo, soluciones que se puedan replicar y escalar a otras dimensiones? Estos son pilares fundamentales de la innovación social para avanzar hacia una sociedad más incluyente con oportunidades y calidad de vida para todos.
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