Aunque sea frase de cajón, lo mejor de unas muy buenas vacaciones, es volver, así sea sometidos a la ineludible y arbitraria decisión de Avianca de regresar a sus aguantadores usuarios de Bogotá-Manizales por el aeropuerto de Pereira, siempre argumentando "razones" distantes de la verdad; (mal tiempo, cuando el sol resplandeció todo el día) notas escritas en la planilla del incómodo bus y reclamos formulados a la aerolínea terminan en el cubo de la basura; no pude evitar pensar en lo estéril de esos enojos cuando se expresan individualmente y lo distinto que sería si nuestra dirigencia (?) se manifestara, no hay derecho a que otros manejen nuestro tiempo y paciencia.
Dicen que las comparaciones son de mal gusto, pero pienso que cuando éstas se hacen en plan constructivo son admisibles y hasta nos permiten experimentar una sana envidia; recordar que infraestructura y movilidad son graves carencias en Colombia, me arrebataron suspiros al mirar la imponencia de las, esas sí, autopistas en Barcelona, los puentes, el orden y disciplina en el tráfico. Como aspecto negativo en varias ciudades está la inseguridad; sitios emblemáticos, el metro, los muy confortables buses, previenen con avisos en varios idiomas sobre "carteristas y "rateros". El sistema del metro de París con su puntualidad y excelente cubrimiento; me hizo pensar con tristeza que lo mismo y aun mejor podríamos tener en Colombia si no hubiera tanto pícaro de largas uñas, carruseles de la contratación, "Nules", "como voy yo". Los chicles que tanto nos mortifican y afean las aceras y avenidas, son un mal universal, hasta los alrededores de los más importantes monumentos de Roma, están atestados de ellos y de basura.
Algo muy sano e inteligente, en vista de la dura situación económica que afronta el país, el gobierno español determinó que los clubes futbolísticos asuman los costos del despliegue de seguridad que implica la realización de los grandes encuentros; tampoco pude evitar recordar cómo en Colombia ante la inoperancia de la Ley del deporte, los desadaptados imponen el caos, la agresión, la destrucción, resultando muchas veces insuficiente la acción policial que entre otras cosas, no es reconocida en toda su dimensión; mortifica que mientras la policía cuida vándalos en los estadios y a un alto costo, el ciudadano de bien se vea desprotegido en las calles.
Aterrizando en nuestra cruda realidad, lamentable el acto terrorista contra el exministro Londoño, pienso con inmenso dolor en las viudas y huérfanos de Rosemberg Burbano y Ricardo Rodríguez, sus escoltas, víctimas inocentes. Asombra el uso político que de este aterrador hecho hizo el señor expresidente Uribe, despachándose con su acostumbrado verbo botafuego contra el gobierno Santos; viene a mi memoria la histórica expresión de Otto Morales, refiriéndose a los "enemigos agazapados de la paz". Es el momento de un gran acuerdo nacional de todas las fuerzas políticas democráticas, incluidos Gobierno y oposición; es la hora de la grandeza, la unión y el patriotismo, los cuales, con el debido respeto, le están faltando al señor expresidente.
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