¿Cómo creen los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe que ayudan al país cuando rivalizan en público con el actual Jefe de Estado? ¿En qué se beneficia el país cuando los mandatarios, los dos anteriores y el actual, personalizan los debates y terminan discutiendo desde el ego y no los argumentos?
Las respuestas parecen obvias para todos menos para los protagonistas de estos enfrentamientos. Las discusiones entre Pastrana, Uribe y el presidente Juan Manuel Santos, en nada ayudan a la solución de los problemas y debates de la situación actual colombiana. Por el contrario, los empeoran. Sin duda.
Es por eso que se hace urgente un diálogo entre el presidente y los expresidentes. No es presentable que se esté buscando la paz con los enemigos reales: la guerrilla, mientras que entre los líderes que deberían estar procurando por un mismo camino: el progreso del país, se empantanen en peleas estériles que parecen de plaza de mercado. Impresentable.
Como también lo es que en la respuesta al injustificado y errado ataque del vecino par, Nicolás Maduro, en contra del expresidente Uribe, se esté mostrando esta falta de unanimidad y una fragmentación del mensaje que solo nos debilita. Este es un tema para tratar con una sola voz. Colombia es una, y presidente o expresidente todos la representan.
Por eso la contestación oficial a las bochornosas palabras del dirigente venezolano, se debe hacer por medio de la Cancillería en los canales y forma que esta entidad mejor considere.
Eso es la diplomacia y para eso sirve, aunque muchos consideren que, como legado de los dos gobiernos pasados, el ejercicio diplomático únicamente funciona para hacer foros sin importancia. No es así.
En estas situaciones de tensión bilateral es cuando más se necesita la calma en el mensaje. Cada palabra debe ser medida para que tenga la fuerza que requiere la respuesta a tan bochornoso episodio, pero la sensatez suficiente para no generar más problemas.
El presidente Santos no puede responder como el expresidente Uribe lo hubiera hecho, ya que eso hubiera sido dañar las relaciones con el vecino país que son cruciales para Colombia pese a tener un mandatario del que se duda su legitimidad en este momento.
Lastimosamente, Colombia tiene demasiados temas pendientes con Venezuela. Así de claro y así de sencillo.
El papel de Hugo Chávez fue clave para sentar a las Farc en la negociación de La Habana y ahora Venezuela sigue siendo un facilitador esencial.
Si se llegara al escenario de firmar un acuerdo, el gobierno venezolano seguramente va a estar vinculado en garantizar su puesta en marcha, por pedido de las Farc, ya que Maduro fue el enviado directo de Chávez en los albores del proceso, y la guerrilla confía en él.
Colombia y la presidencia de la República no pueden dejar que el presidente de Venezuela ataque de esa manera a un expresidente colombiano, sea cual sea. Pero eso no quiere decir que hay que romper la relación con el vecino país o volver a tensionarla.
Por el contrario, hay que usar todos los elementos diplomáticos para poner límites a la situación de manera calmada y centrada, sin entrar en ataques o defensas personales que nada bueno van a traer a la situación.
Mientras tanto, el expresidente Uribe, a manera personal y a nombre propio, puede responder con gritos o insultos enérgicos, como acostumbra, pero solo a manera personal y a nombre propio. Nada más.
No se puede permitir que las rencillas personales del vecino país con Uribe, ni las de Uribe y Pastrana con Santos, desvíen la atención de los temas estratégicos del país. No son pocos ni fáciles estos asuntos, como para que se esté distrayendo la mayoría de la atención en estas peleas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015