Rafael conformó el trío de oro del Renacimiento italiano al lado de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci.
Una de sus pinturas más famosas es La escuela de Atenas que se exhibe en los Museos Vaticanos.
Hay en esa obra un detalle curioso: Allí aparece el filósofo Platón señalando con el índice y la mano hacia arriba.
Y en la misma obra aparece Aristóteles cuya mano se dirige en sentido contrario, hacia el suelo.
Rafael simbolizaba así la necesidad de armonizar dos pensamientos el concreto y el abstracto.
Es una sabia invitación a mantener el alma en el cielo, pero con los pies en el suelo.
Busca, pues, la armonía tanto si te mantienes en un mundo etéreo como si vives atrapado en lo mundano.
Es dañino pensar solo en lo espiritual o lo material. Eres un espíritu encarnado y todo sirve, pero con amor y sin excesos.
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