Hay que ir más allá del gozo efímero por el triunfo de Caterine Ibargüen y aprender de sus valores:
"Mi clave es la disciplina y el amor que le tengo al atletismo. Por mi cabeza solo pasó que iba a estar en un buen puesto".
Caterine es mejor bajo presión, su coraje y su alegría la impulsan a sobreponerse en los momentos difíciles.
Eso fue lo que aprendió encarando la pobreza y superando la violencia de su complicado entorno cuando niña.
Es una persona muy creyente, le dio gracias a Dios y se gana a todos con su sonrisa fácil.
También es humilde y reconoció el mérito de su entrenador y de los que la apoyan.
Ella, como tantos, soportó la pobreza material, pero no sufre con lo peor: la pobreza metal y emocional.
Los triunfos nunca son gratuitos o por suerte. Bien dijo ella: "He trabajado muy duro por esto".
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