En estos días nos invade el dolor y la indignación, a los hombres debería invadirles la vergüenza. La irracionalidad de algunos hombres empotrados en el machismo rompió todo límite pensable. La estudiante y madre Rosa Elvira Cely de 35 años fue violada, torturada, empalada y asesinada en Bogotá.
El domingo 3 de Junio alrededor de 6.000 personas asistimos al Parque Nacional, lugar donde se encontró el cuerpo de Rosa Elvira, a protestar y rechazar este asesinato que condensa todas las formas de violencia que se ejercen contra las mujeres en Colombia. La solidaridad y expresión de indignación frente a este tipo de hechos es fundamental. Sin embargo, es inexplicable que tengan que suceder estos actos de barbarie, para que se genere el rechazo colectivo a la violencia contra las mujeres.
Se necesita ¡Un Nunca Más! vehemente, radical e innegociable por parte de padres, esposos, compañeros y guerreros para erradicar cualquier justificación frente a la violencia contra las mujeres. Se requiere pasar de esta cultura machista que asume la superioridad de los hombres, que naturaliza la violencia contra las mujeres y que desconoce la ética del cuidado y de la protección de la vida. Se requiere que no sólo sintamos indignación y repudio, los hombres en Colombia deben sentir vergüenza por lo que está ocurriendo y sumarse a la exigencia que por décadas hemos hecho las mujeres: no más violencia contra nuestros cuerpos, ni contra nuestras almas.
Una mujer es asesinada cada tres días, dos mujeres son violadas cada hora y cada hora seis mujeres son golpeadas por un hombre en nuestro país. En el 2010, 1.444 mujeres fueron víctimas de homicidio, 360 al menos, murieron en sus propias viviendas. En el año 2011 alrededor de 60.000 mujeres, fueron víctimas de violencia doméstica ¡Estamos rodeadas de hombres sin-vergüenza(s)!
Si estos crímenes como los de Rosa Cely suceden en el corazón de una ciudad ¿ cómo será la situación de miles de mujeres que viven en territorios apartados donde no llega la presencia del Estado? La investigación adelantada por la Casa de la Mujer muestra cómo entre los años 2001 al 2009 en el marco del conflicto hubo 94.565 violaciones a mujeres por parte de actores armados, 26.058 casos de embarazo forzado, 19.422 de esterilización forzada. Los datos de la Corporación Arco Iris, nos hablan de 400.000 violaciones y la impunidad es total. Los cuerpos de las mujeres se han convertido en blancos para la guerra.
La promoción de la vergüenza en los hombres debe complementarse con una fortaleza legal. Fortaleza que no se traduce, léase bien, no se traduce en populismo punitivo, en pensar que aumentando penas y dando respuestas como la castración química, desde el ámbito legal, se resuelven las violencias contra las mujeres. Dicha fortaleza debe consistir en ¡No más Impunidad! Recordemos que los casos de violencia sexual son los que permanecen en la mayor impunidad en Colombia. En otras palabras, no se puede responder a un acto brutal con otro acto brutal desde el Estado, esto implicaría retornar al estado naturaleza. Si desde la ley castramos personas, matamos victimarios, seguiremos promoviendo odio y no justicia. La justicia debe operar: las comisarias de familia, la policía, los fiscales, los jueces deben adelantar su labor de manera humana, efectiva, eficiente , sin caer en prejuicios y estigmas que terminan por victimizar de nuevo a las mujeres .
Sumando a esta urgencia de que la justicia opere, se requiere que las mujeres denuncien: el 76% de las mujeres víctimas de violencia física o psicológica, no asisten a ninguna institución a denunciar. El Estado y la sociedad deben crear las condiciones materiales y simbólicas, para que aumente la confianza en la justicia. Sabemos que en muchas ocasiones las mujeres son intimidadas o amenazadas por sus victimarios, y en muchos casos también son humilladas por los operadores jurídicos cuando denuncian.
Me uno al dolor que sentimos las colombianas y colombianos por el delito de Rosa Cely y por los miles de delitos y violencias que sufren las mujeres hora a hora en este país. Es fundamental continuar trabajando para resistirnos a la barbarización de los lazos sociales que atraviesan a Colombia ¡ Ni una Rosa Más!
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