De los profetas bíblicos, cuatro son llamados ‘mayores’; doce, ‘menores’. Decimos también que "Pedro es el hijo ‘mayor’ de Juan; y Benjamín, el ‘menor’". A las obras de autores consagrados, que los críticos no consideran de importancia, les dicen ‘menores’. ‘Mayor’ y ‘menor’ son los grados comparativos de ‘grande’ y ‘pequeño’, respectivamente, que siempre deben construirse con la conjunción ‘que’, verbigracia, "tus hijos son menores que los míos". Es frecuente en el lenguaje popular el uso inadecuado de la preposición ‘a’ por la conjunción dicha cuando se quiere establecer una comparación, por ejemplo, en la siguiente frase del columnista Eugenio Vélez: "…y con cafés de similar calidad tienen costos de mano de obra e insumos menores a los nuestros…" (LA PATRIA, 11/5/2013). La preposición ‘a’, que introduce muchos complementos en la oración y que entra en la formación de infinidad de locuciones, no sirve para establecer la relación de comparación entre personas o cosas. El oído, inclusive, la rechaza, por ejemplo: "Esta mujer es más hermosa a aquélla". Esto mismo sucede con la susodicha muestra, que debe construirse así: "…costo de mano de obra e insumos menores que los nuestros". La lógica de la gramática, señor.
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‘Arremeter’ es un verbo intransitivo (se construye sin complemento directo), que significa "acometer con ímpetu y furia". Por tratarse de un verbo intransitivo puro, de los que la Nueva Gramática de la Lengua Española de la Academia llama ‘inergativos’ (41.4e), no admite participios pasivos, aunque sí tiempos compuestos ("él ha arremetido contra…"). Es, por lo mismo, descabellado darle a esta inflexión verbal la naturaleza de adjetivo calificativo, como lo hizo la entrevistada en la siguiente información de Colprensa: "Contó (la hermana Leticia Galeano) que la hermana Estefanía Martínez (…) define a la Madre Laura como una mujer arremetida, entregada a Dios…" (LA PATRIA, 11/5/2013). ¿Quiso decir esta religiosa que la santa de Jericó era ‘decidida, tenaz, de voluntad inquebrantable, emprendedora, inflexible’ y ‘muy activa’? Solo ella lo sabe. En todo caso, ‘arremetida’, no. Del verbo ‘arremeter’ (del prefijo ‘a-‘, que pone lo que el verbo primitivo significa, en este caso ‘remeter’ -"volver a meter, adentrarse"-) se forma el adjetivo ‘arremetedor-a’, con el que se califica al que ‘arremete’. Tiene nuestro idioma también ‘arremetida’, sustantivo que significa "acción y efecto de arremeter", por ejemplo, "las arremetidas de las Farc contra poblaciones indefensas son alevosas, sangrientas y devastadoras". Según lo anterior, la primera santa colombiana no era ‘arremetida’, puesto que este adjetivo no existe; tampoco ‘arremetedora’, porque la violencia que este adjetivo encierra la habría alejado de los altares. Con seguridad.
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De tarde en tarde, casi todas las tardes, en realidad, vienen al país extranjeros a dictar conferencias, a comunicarnos lo que dizque saben y a compartir con nosotros sus experiencias. Y, me imagino, a ‘cuadrar caja’. Uno de los últimos en aterrizar en este país ‘tan necesitado de conferencistas’ fue el psicoanalista Marcelo Viñar, quien llegó de Uruguay a hablarnos de violencia, ¡cómo le parece!, un mal que nos ha azotado durante décadas, y del que todos los colombianos, directa o indirectamente, hemos sido víctimas. Entre otras cosas, dijo algo tan ‘novedoso’ como lo siguiente: "No, no es posible (perdonar a los victimarios), pero sí es posible tolerar" (El Tiempo, en entrevista de Sergio Camacho Giannini, 15/5/2013). Pero no es esto a lo que quería referirme, sino a la confusión de las palabras ‘dicente’ y ‘discente’ en esta respuesta: "Fui alumno y fui docente y me di cuenta de que serlo requiere una complicidad intelectual y afectiva, un vínculo docente-dicente". ¿De quién el despiste? Posiblemente del entrevistador, porque las dos palabras, ‘dicente’ y ‘discente’, son homófonas, pero con acepciones muy diferentes: ‘Dicente’, adjetivo calificativo, que, a veces se sustantiva, viene del verbo latino ‘dicere’ ("enseñar mediante la palabra, decir, pronunciar"), cuyo participio activo, ‘dicens’, le da el significado de "el que dice"; ‘discente’, en cambio’, nació del también verbo latino ‘discere’ ("aprender, saber, hacer estudios"), de cuyo participio activo, ‘discens’, salió su significación de "el que estudia"; y es la palabra pertinente en la frase del entrevistado: "…un vínculo docente-discente". Una sola letra, la ‘ese’, cambia la acepción. Evidentemente, este error pudo ser de digitación, excusa a la que acudimos cuando, por ejemplo, escribimos ‘escazo’ por ‘escaso’, pero así quedó en el papel para vergüenza del escritor, y extrañeza de quienes lo leen.
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‘Hipoalergénico-a’ es el adjetivo que "se aplica a los cosméticos y otros productos que tienen poco riesgo de causar una reacción alérgica" (María Moliner). Este sentido de efecto atenuado se lo da a la palabra base, ‘alergia’, el prefijo ‘hypo’, del griego, que significa "inferior en posición, en intensidad o en grado" (Ibídem). Quiere decir también "escasez de". No es, pues, según mi criterio, desacertado el sustantivo ‘hipoconsumo’ (escasez de consumo, poco consumo o merma de consumo). No obstante, estoy de acuerdo con el lector que lo critica en la siguiente información de LA PATRIA: "Sólo cambia: introductor único, se le puso el hipoconsumo a las degustaciones" ("Proyecto de reforma de rentas de Caldas", 4/5/2013). Y estoy de acuerdo, porque no entiendo qué es "ponerle el hipoconsumo a las degustaciones". Quizás un experto conferencista me lo pueda explicar.
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