Escribo éstas líneas antes del partido del Once Caldas contra el Real Cartagena que abre la segunda parte de la temporada, pensando lo de siempre, que hicieron falta refuerzos, que la apuesta extranjera es riesgosa, y que se juega un poco al azar.
Lo cierto es que, y a diferencia de torneos anteriores, dejaron todo el proceso de reestructuración en Ángel Guillermo Hoyos, pues gracias a sus recomendaciones llegaron los jugadores de afuera, y sobre ellos se cimentará la base ante la no contratación en el área casera.
Es decir la responsabilidad compete al entrenador, quien desconocedor del medio y sin la asesoría necesaria porque quienes lo acompañan también son extraños por estas tierras, indicó sentirse contento con lo que tiene y dispuesto a dar la pelea.
Ojala no se lleve una sorpresa, y su pregonar tengo eco, lo que sería alentador para el equipo que requiere levantar cabeza, para la hinchada cansada de sufrir los múltiples yerros de los técnicos pasados, y para Él mismo en su primera experiencia en ese campo en Colombia.
Los directivos se lavaron las manos, no hubo esfuerzos adicionales, y se apocaron con la crisis económica que vive la institución, en espera de decisiones que permitan capacidad de maniobra para cubrir las obligaciones, se pena de agravar el panorama.
No gestionaron contactos para ampliar la plantilla buscando los reemplazos de quienes abandonaron, y se apoyaron en el comodín que les brindó el señor Hoyos para descargar toda la presión en la recuperación de los que permanecieron, y en el aporte de los argentinos.
Porque la verdad, para salir adelante el técnico tendrá que meter mucho la mano en asuntos tácticos, en la autoestima, valoración y compromiso de algunos que han pasado 6 meses muelles, y en la drasticidad en sus determinaciones contra los indisciplinados.
Lo mismo que en la selección y clara definición de quienes va a promocionar de las categorías menores porque el ejercicio anterior fue nulo en ese sentido, dado que fueron muchos los favorecidos y pocos los que rindieron.
Esto apenas empieza, y ni un revés en Cartagena, ni una victoria, servirán para poner el grito en el cielo porque es un trabajo que requiere tiempo, paciencia, seguridad y confianza, y por lo tanto la clave la tiene el nuevo orientador en la forma práctica como desarrolle su plan, y el convencimiento que logre con sus ideas.
Contrario a un Nacional fuerte estructuralmente que colmó al técnico con sus deseos, a un Junior con plata y visión para contratar, o a un Medellín que dio el vuelco directivo que exigía y se llenó de hombres de recorrido.
O un Millonarios reforzado con calidad más que cantidad, un Cali que siguió sumando, un Tolima que se inyectó con atacantes goleadores como Medina, Monsalvo y el paraguayo Maciel, o un Santa fe campeón sin novedades que se da el lujo de mirar una vez más hacia la cantera.
Y es que estamos frente a un campeonato distinto al del primer semestre, con los grandes queriendo volver al protagonismo que nunca debieron perder, y con vinculaciones que invitan a creer en que el nivel técnico mejorará, tanto como la competencia.
Wason con los azules, Dayro, y Teófilo si se da, con los tiburones, Uribe con los verdes, Vladimir Marín con los azucareros, y otros cuantos, son un síntoma claro de que las cosas están cambiando, aunque quede la tristeza de ver que muchos se regresan sin triunfar desechando oportunidades.
De allí que el Once Caldas sea un interrogante, porque su fuerza de crecimiento está en futbolistas que no conocemos en Colombia, y en la buena fe de aquellos que extrañamente se ‘bajoniaron’ durante el semestre pasado.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com
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