Uno de los dichos más populares sobre este tema el que dice: Hay tres maneras seguras de quebrase, a) jugando la plata en un casino, b) dedicándose a las muchachas de vida alegre, y c) teniendo un yerno con iniciativa. Le faltó una y es que la que más seguridad de fracaso promete es dedicarse a la agricultura.
Desde hace unos treinta años nuestra región orgullosamente llamada "el Eje Cafetero" era el más claro ejemplo de progreso en el país y sus habitantes gozábamos de una serie de ventajas sobre otras regiones que hacían que nos tuvieran una buena dosis de envidia, inclusive departamentos tan pujantes como Antioquia, Cundinamarca o el Valle. Había que recorrer nuestras faldas cafeteras para extasiarse viendo los florecientes cultivos del grano más suave del mundo, cuyo mercadeo se hacía con el mayor de los éxitos en Norte América, Europa y Asia, y con esos ingresos nos dábamos el lujo de que nuestro departamento, antes el "viejo Caldas ", tuviera los mejores caminos veredales, contara con los mejores centros de salud a muy pocos kilómetros el uno del otro, fueran un ejemplo sus escuelas en las cuales no faltaban los sencillos pero sabios maestros campesinos que enseñaban a los niños a tener un profundo amor por la tierra, y viviéramos dentro de un relativa paz alejados de los horrores que causaban y siguen causando en otros lares las hordas de guerrilleros.
Todo esto lo pudimos tener, porque nuestro inigualable café arábigo cobijado por el dulce sombrío de los yarumos conservaba el aroma que nos catapultó hacia el mundo, rodeados por un halo que nos distinguía como gente buena, trabajadora, y pacífica.
Sin embargo, como todo en la vida, las cosas buenas se acaban rápido y comenzaron a caer las innumerables plagas que están dando al traste con nuestras alegrías.
Primero, nos cayó la roya que en pocos años destrozó una buena parte de los arábigos y los caturros poniéndonos en una situación muy peligrosa. Logramos medio salir adelante con la variedad Colombia, pero comenzó el azote de la devaluación del dólar, acompañada de la crisis económica mundial que disminuyó los precios, en seguida el cambio climático que volvió inútiles para el cultivo miles de hectáreas en todo el país. En los últimos años, para nuestra desgracia, se han vuelto a recuperar los bandoleros, lo que ha incrementado la población desalojada al punto que el campo se ha quedado desierto y la producción está en cifras que dan lástima. Si fuera poco, Vietnam y otros países asiáticos incrementaron sus cosechas hasta dejarnos en quinto lugar en volumen, con el agravante de que nuestros costos no nos permiten competir en precios. Este decepcionante panorama se ve más oscuro luego de que hace pocos meses sufrimos un tremendo paro cafetero, y ya se anuncia para agosto otra movilización muy peligrosa, por la infiltración de los bandidos que es imposible de detener.
El mal momento de la agricultura es generalizado. Hay que ver a los arroceros, quienes además tienen la amenaza del contrabando que viene hasta de China; la cosecha de papa en gran parte se perdió por falta de consumidores; la yuca, el aguacate y, con precios de venta ínfimos, toda la cosecha de cítricos ni siquiera se está vendiendo por la imposibilidad de competir con fruta traída del Ecuador.
Si el gobierno no toma medidas inmediatas, sobre todo con el contrabando, y el precio de los abonos que está por las nubes, que nos tengamos con las dos manos, porque la caída va a ser rastrillando todo el trasero.
P.D.: De todas las embarradas de juventud lo que más pena me da, no es haberlas cometido, sino no poder volverlas a cometer.
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