Cuando el expresidente Álvaro Uribe trinó que se iba a "esclavizar más a la juventud ", pensé que se refería al anunció del nuevo reality, en cuyo comercial sale una cantidad de gente bailando al mismo ritmo. Pero se refería a la propuesta del Gobierno de permitir el porte, uso y consumo de drogas sintéticas. Propuesta que tiene muy preocupados a algunos personajes y una gruesa parte de la población nacional.
Yendo en contra de que este año fuimos elegidos como "el país más feliz del mundo", la línea más conservadora del poder -encabezada por el Procurador, Alejandro Ordóñez, y el presidente del Partido Conservador, el senador Efraín Cepeda- se opone tajantemente a que algunas personas gocen del éxtasis... de todo tipo.
Por otro lado, el senador Armando Benedetti -que es bien pepa- ve viable la propuesta y la acompaña "a ultranza". Sin embargo, es consciente de que para ello se necesita "una discusión seria, pero por ahora veo a mis compañeros renuentes". ¿Se les ofrece una anfetamina, sustancia que favorece las funciones cognitivas superiores, como la atención y la memoria (en particular, la memoria de trabajo) y muestra sus efectos sobre las funciones ejecutivas?
La ministra de Justicia, Luz Estella Correa, señala que "permitir" es diferente a "legalizar", pues allí se "traza una línea entre el criminal y el consumidor". Pero es una línea muy flexible en la mente de los colombianos. Sobre todo después de ocho años de "mano firme y corazón grande". El ejemplo está en que Datexco publicó esta semana los resultados de una encuesta en la que el 81,5% de la población (si es que 700 personas corresponden a la opinión generalizada del país) se opone a la propuesta. Sin embargo, la misma publicación señala ante la pregunta: "En caso de que su hijo o un familiar fuera detenido portando una dosis personal de droga, usted qué prefiere, que sea detenido o que sea llevado a su hogar para que allí le den ayuda profesional", el 75,5% prefiere que sea llevado a su casa para que reciba ayuda, y solo el 18,9% prefiere que sea detenido.
Volviendo a Uribe, él señala que "con esa dosis personal lo que hacen es validar la acción de los distribuidores y no los llevan a la cárcel, ni llevan al hospital a los adictos". Sabrá eso él que, adicto al poder, no ha dejado que lo ingresen a un hospital. No se deja porque sabe que gracias a su Ley 100 le van a dar la cita para dentro de cinco meses y le van a recetar ibuprofeno, la droga recreativa de la salud nacional.
Pero este asunto de despenalizar o no estas drogas sintéticas es una discusión innecesaria. En el país no existe un consumo masificado de estas sustancias, tampoco un tráfico exagerado de pepas. Sin conocer una cifra exacta, me atrevo a decir que hay más consumidores de sacol que consumidores de LSD. Incluso el vicepresidente Angelino Garzón dijo que esta discusión no debería ser una prioridad para el Gobierno. "Hay cosas más importantes en qué concentrarse, como una reforma al sistema de salud del país y garantizar que las medicinas legales puedan llegar a los pacientes".
Mientras se arma la cortina de humo para satanizar las drogas sintéticas, por debajo del radar pasa algo más grave como lo que está sucediendo con el diane 35, un medicamento contra el acné usado también como anticonceptivo, y cuyo consumo está vinculado a la muerte de cuatro mujeres en Francia. Les produjo tromboembolismo venoso. No sé qué es eso, pero es mortal.
Su comercialización en Francia ya se suspendió, y medidas similares se están tomando en España, Canadá y los Estados Unidos. En Colombia, hay ruido, pero no un alboroto como el que han hecho por unas pepas que no circulan tan libremente como nos lo quieren hacer creer Uribe, Ordóñez o Cepeda. Mientras tanto, el 80% de fármacos como el antes mencionado se venden sin prescripción médica, según indicó Óscar Andia, director del Observatorio del Medicamento de la Federación Médica, al periódico El Espectador en su edición del 31 de enero. Y el Invima, ni por enterado.
"Bajo la marca comercial diane 35, creada por la farmacéutica alemana Schering, comprada en 2007 por Bayer, en los últimos cinco años (con cifras a septiembre de 2012) se vendieron en Colombia casi $51.447 millones" (Los efectos del diane 35, El Espectador, 31 de enero de 2013). Un negociazo al que no le ponen coto porque a diferencia de los traficantes de MDMA, las casas farmacéuticas hacen lobby en el Congreso. Visitan senadores cuyos tentáculos están metidos en las EPS. Invitan a los médicos a viajar por el mundo...
Además, "si es Bayer, es bueno", una campaña publicitaria que no tienen las terribles anfetaminas.
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