En mi artículo anterior cité esta frase de la Nueva Gramática de la Lengua Española: "La presencia o la ausencia de la preposición con estos sustantivos (…) implica dar mayor o menor relevancia al rasgo de animacidad" (34.8o). ¿Animacidad? Y, por lo leído, deduzco que en inglés tienen ya el sustantivo que lo traduce: ‘Animacy’. En ninguno de los diccionarios correspondientes encontré las palabrejas. Me pregunté, entonces, cuál de los dos idiomas fue el primero en usarla, lo que, a la hora de la verdad, no tiene ninguna importancia, pues me parecen terminachos traídos de las mechas. Busqué su definición en la susodicha Gramática, lo que no es fácil en más de cuatro mil páginas, y lo único que cacé fue esto: "Los factores que intervienen en todos estos contrastes son varios, especialmente la naturaleza personal o no personal del complemento directo (ANIMACIDAD)…" (34.8d); los otros son PERSONIFICACIÓN y DEFINITUD ("presencia de un determinante"). En otro numeral dice ANIMACIDAD o ANIMACIÓN. Pero no encontré una definición propiamente dicha. ‘Animacidad’, si tenemos en cuenta el sufijo, ‘-idad’, podría definirse así: "Cualidad o condición del ser animado’. ‘Animación’ es "la acción y el efecto de animar", verbo que significa "infundir vigor a un ser viviente", aunque también es "comunicar a una cosa inanimada mayor vigor, intensidad y movimiento". Lo sorprendente es que en el Manual (resumen de la Gramática citada) brilla por su ausencia el término ‘animacidad’. ¿Será que no es más que un embeleco? Así lo considero, aunque sobre él hallé en Google muchos artículos, como éste, de un tal Piñeiro Barreiro: "El papel de las variables léxico-semánticas en la desambiguación (tal cual) de cláusulas de relativo con doble antecedente: animacidad, valencia afectiva y activación emocional". En él se encuentran frases como ésta: "En esta línea hemos explorado específicamente los efectos tanto de la animacidad como de la connotación emocional de las palabras que forman parte de los núcleos de los sintagmas nominales que anteceden a la cláusula de relativo". Y sigue y sigue y sigue… Entonces, recordé con nostalgia el aprendizaje sencillo de los principios de la gramática y de su aplicación mediante el análisis y un poco de sentido común, y evoqué lo que dicen los paisanos: "Tanto gre gre para decir Gregorio".
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Laísmo, loísmo y leísmo. Términos con los que fueron bautizadas las siguientes corruptelas gramaticales: Con los dos primeros se indica el empleo equivocado de los pronombres personales ‘la’ y ‘lo’ en lugar de ‘le’ y ‘les’ (pronombres personales de tercera persona, invariables en género), por ejemplo, "la dije que se callara"; y con el tercero, el uso de ‘le’ por ‘lo’. El padre Efraín Castaño puede ser considerado ‘leísta’ ("quien practica el leísmo o considera que ‘le’ es la única forma de acusativo de ‘él’"), como quedó patente en la siguiente muestra: "El furor nazi le apresó y le encerró en uno de los fatídicos y fétidos campos de concentración…" (LA PATRIA, "Jossel Rockower", 3/7/2013). En esta oración, el sujeto es ‘el furor nazi’; los verbos principales, ‘apresó’ y ‘encerró’; y el complemento directo (acusativo) de esos dos verbos transitivos, el señor Rockower, reemplazado allí por el pronombre personal respectivo, que debe ir en acusativo, a saber, ‘lo’. ‘Le’ reemplaza al nombre que desempeña el oficio de complemento indirecto (dativo), verbigracia, "Juanito le dio comida al gato". En esta oración, ‘Juanito’ es el sujeto; ‘dio’, el verbo principal; ‘comida’, el complemento directo; y ‘al gato’ (reemplazado por ‘le’ en construcción aparentemente pleonástica), el indirecto. Y hay quienes le meten también ‘animacidad’ a algo tan elemental: No entiendo cómo, ni por qué, ni para qué.
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Hasta hace relativamente muy poco tiempo ‘destacar’ era sólo transitivo, verbo que puede emplearse también como pronominal, así: "Los historiadores destacan en Simón Bolívar su capacidad de estratega"; "En san Vicente de Paúl se destacó siempre su amor por los pobres". En el primer ejemplo, ‘destacan’ es transitivo, pues tiene complemento directo, ‘su capacidad de estratega’; en el segundo, ‘se destacó’ es pronominal, pues está construido con pronombre átono, el reflejo ‘se’. Pero desde la edición décimo novena del Diccionario de la Lengua Española (1970) ya está asentado con carácter de intransitivo, sinónimo de ‘sobresalir, descollar’, verbos intransitivos únicamente. Hablo de esto, porque me pareció muy extraño leer en la Nueva Gramática de la Lengua Española la siguiente información: "Desde muy temprano, el uso de la preposición (‘a’) fue mayoritario con los complementos directos animados, fundamentalmente de persona, si bien se registra también con complementos directos inanimados, entre los que destacan los de lugar" (34.8b). "…entre los que SE destacan los de lugar, habría corregido mi profesor, porque, sin el reflejo ‘se’, la oración pide un sujeto, ‘los autores’, por ejemplo. El oído también lo pide, aun hoy en día, a pesar de la nueva directriz de la Academia de la Lengua. ¿Tendrá razón?
La VEINTITRÉS: Es de tal magnitud la dificultad para enderezar su desorden, que ya uno de los vendedores ambulantes declaró: "Con permiso o sin permiso ganaremos el pan de nuestros hijos" (LA PATRIA, 11/7/2013).
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