Saber vivir es saber manejar altibajos del mismo modo que los marineros manejan las mareas.
Eres sabio cuando lo aceptas y sabes que estás en un mundo en el que se alternan los gozos y las penas, la noche y el día.
El dolor no es permanente y el amor y la esperanza te llevan de la mano en los días turbulentos.
No creas que solo "los malos" sufren y que "los buenos" están libres de desdichas y penalidades.
Mira la cruz del Yeshua y sabrás que todos pasan por valles de tinieblas, pero no del mismo modo.
Los que andan con Dios terminan bien, no sucumben y convierten el dolor en un maestro.
Por eso persevera cuando te sientas asediado y confía en que Dios te sacará con bien de las peores encrucijadas.
Él nunca deja a los que lo aman y los lleva de su mano en un viaje cuya meta está en el infinito que todo lo relativiza.
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