Un grano de trigo se quedó solo en el campo después de la siega, al lado de otros granos caídos.
Una hormiga lo vio, se lo echó a la espalda y con gran fatiga se dirigió hacia el lejano hormiguero. El grano le habló:
¿Por qué no me dejas tranquilo? Escúchame, hagamos un trato.
¿Qué trato?
Si tú me dejas aquí, en mi campo, yo dentro de un año te daré cien granos de trigo iguales o mejores.
La hormiga lo miró con aire de incredulidad.
Cree lo que te digo. Si hoy renuncias a mí, yo te daré cien granos como yo, te regalaré cien granos de trigo para tu nido.
Cien granos a cambio de uno solo. ¿Y cómo harás?
Es el misterio de la vida. Excava un pequeño hueco, entiérrame allí y vuelve dentro de un año.
La hormiga aceptó, supo esperar, volvió al año y vio que el grano de trigo había cumplido su extraña promesa. Tan valioso saber esperar.
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