La noticia eclesial y mundial la da ahora Monseñor Charamsa, polaco, al declararse homosexual.
Hace años labora en el Vaticano y, al ser expulsado, presentó en sociedad a su novio Eduard.
Ha animado a seguir su ejemplo “a tantos sacerdotes homosexuales sin fuerza para salir del armario”.
Acusó de homofobia al Vaticano: “Por años he sufrido en silencio ante la paranoia, el odio y la homofobia.
No podemos seguir odiando a las minorías sexuales, porque así odiamos a una parte de la humanidad”.
El Papa dijo hace rato: “No soy quien para juzgar a los homosexuales”, eso está muy bien, pero se queda corto.
¿Qué más van a hacer el Papa y la Iglesia? La misión es más que no juzgarlos, es aceptarlos, valorarlos y amarlos.
La humanidad es bien intolerante con todas las minorías y las Iglesias lo son más. ¿Dónde se perdió el amor?
Jesús nunca tocó el tema pero puso como modelos de amor y fe a los distintos: samaritanos, cananeos y romanos.
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