Tu valor se prueba en las épocas aciagas cuando reaccionas con ánimo y muestras tu entusiasmo y tu voluntad.
Es fácil sostenerse en tiempos de placidez, pero el alma madura en situaciones comprometidas y tenaces.
En medio del temporal descubres la importancia de ser espiritual y tener una fe sin fisuras y un amor real.
No creas que solo a ti te llegan las penas, porque a cada ser humano en su momento lo visitan el dolor y la adversidad.
Domina, pues, los miedos con una fe segura y permanece sólido como la roca, con la confianza puesta en el Padre.
No te desgastes en la agitación y ten la certeza de que, en su momento justo, todo recuperará su dimensión.
Cuando descubras atisbos de abatimiento, aquiétate, entra dentro de ti y haz gala de una confianza irreductible.
Las penalidades cotidianas son pasajeras y afectan únicamente tu parte material, no tu esencia que es divina e inmortal.
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