“Los riesgos de Ser Pilo Paga” fue el título de un artículo que escribió Julián de Zubiría en la revista Semana, que terminó siendo una andanada contra el programa y las universidades privadas. Por una parte, considera que darle un beneficio a una élite no es la mejor estrategia para lograr el cambio en el país, y por otra que los recursos se están quedando en las universidades privadas, recursos que por el contrario deberían ir a la universidad pública.
El programa SPP es una de las decisiones más importantes que se han tomado en política pública educativa en los últimos años, pues ha permitido ampliar decididamente la cobertura de calidad en la educación superior a través del subsidio a la demanda, de manera similar como lo hace el Estado en otras ramas del gasto social. Somos conscientes que el programa es susceptible de mejoras, pero consideramos que tiene suficientes bondades para mantenerlo y profundizarlo.
Permite a los alumnos más sobresalientes de los más bajos estratos socioeconómicos acceder a la universidad, muchos de ellos que nunca hubieran podido llegar a la educación superior si no es por este subsidio a la demanda, la gran mayoría son el primer miembro de su familia cercana en llegar a la universidad. En un país donde el aseguramiento de muchos de los derechos constitucionales está en proceso de consolidarse, es explicable que haya que comenzar con criterios objetivos de necesidad (jóvenes de los niveles más bajos del Sisbén) y de eficiencia en la asignación del gasto (Mejores pruebas Saber 11 como predictor de su desempeño futuro).
Además, respeta el principio constitucional de la libertad de educación permitiéndoles elegir la universidad acreditada donde se quieran postular para ser admitidos. Y por ello hay pilos tanto en la universidad pública como en la privada.
Aquí el punto clave no es si se trata de una institución privada o pública, porque todas prestan un mismo servicio público. El programa señaló que es por la calidad la selección, al considerar solamente las universidades acreditadas institucionalmente como elegibles.
Para el país es muy importante que en el campo educativo se mantenga una pluralidad de opciones y matrices, porque debemos asegurar la diversidad formativa como elemento enriquecedor de la sociedad. No podemos permitir que todas las nuevas generaciones salgan “estandarizadas”.
Finalmente, la gran hipoteca social que tienen los pilos que están estudiando en las mejores universidades del país es que ayuden decididamente a construir una nueva sociedad más culta, más incluyente y justa.
El Programa Ser Pilo es una de las grandes innovaciones en materia social de este Gobierno. Pues fue capaz de generar el crecimiento de cobertura de educación superior con calidad para los más pobres de la sociedad. Y se pudo hacer en muy buena medida gracias a las universidades privadas.
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