La Superintendencia de Industria y Comercio en los últimos años ha demostrado una madurez creciente en la defensa del consumidor, y muy especialmente en el tema de la sanción de los acuerdos de manipulación de precios de bienes industriales. Y ha dejado al descubierto situaciones muy graves que dejan muy mal parados a los industriales.
Casos como el de los pañales quedaron al descubierto y son actualmente investigados por la Superintendencia. Allí, industriales productores quedaron en tela de juicio. Este fue el comunicado de la entidad en su momento: "El pliego de cargos se formula contra Tecnosur-tecnoquímicas (Winny Ultratrim), Familia (Pequeñín), Kimberly (Huggies) y Drypers (Baby Sec) por la presunta cartelización en el mercado de producción, comercialización y distribución de pañales desechables para bebé".
Otro caso que ha hecho mucho ruido es el de los cuadernos, ¡y no es para menos! La Superintendencia explica la situación: "El pliego de cargos se formuló contra Kimberly, Carvajal y Scribe por presunta cartelización en la fijación de los precios de los cuadernos para escritura en Colombia y otras prácticas restrictivas de la libre competencia".
Son dos casos emblemáticos que dejan a la vista situaciones en que se saca provecho de los pañales para los niños y de los cuadernos para los estudiantes. Es lamentable. Producen sencilla repulsa e indignación. Además asombra que empresas con tan importante recorrido y reconocimiento en el país, y aún en el exterior, estén señaladas de hacer estas maturrangas, es muy triste y preocupante. Y la pregunta es dónde está la ética empresarial en todo esto. ¿Será que la responsabilidad social empresarial la dejan para bonitas fotos de donaciones, o de lindas acciones para aparentar una responsabilidad con la sociedad, mientras que en el giro de los negocios se dedican, como vampiros, a esquilmar a los consumidores?
La cartelización la podríamos traducir como los acuerdos de pocos para manipular un mercado, sean para modificar los precios o para sencillo reparto del mercado. Los industriales que son tan amantes del respeto de la iniciativa privada, de la propiedad privada y del mercado, parece que no ahorran inventiva para manipularlo a fin de obtener mayores utilidades a expensas de los consumidores. Estos empresarios piden la libre competencia como esencia de la democracia, pero cuando pueden manipular y pasarse por la faja las reglas de libre competencia, lo hacen. Colocan sus intereses por encima de la transparencia de los mercados. Las acusaciones son muy graves. Y dejan muy mal parados a los industriales que manejan estas empresas, y lanza un manto de duda muy grande sobre la cultura organizacional de las empresas en el país.
El manizaleño Pablo Felipe Robledo, quien se desempeña como Superintendente de Industria y Comercio, ha hecho una tarea técnica y juiciosa en este campo de las investigaciones. Deja esta tierra muy bien representada en el manejo de esta agencia gubernamental y de temas sensibles como estas investigaciones. ¡Siga adelante, señor Superintendente!
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