La gran incógnita que desvela y angustia a la humanidad es acerca de lo que viene después de la muerte. Cada religión tiene una respuesta que supuestamente debe satisfacer a su feligresía, pero a muchos seguidores el raciocinio no les permite tragar entero y por lo tanto siguen pendientes de una interpretación convincente. La versión de quienes han estado al borde de la muerte y hablan de un túnel y su luz resplandeciente, ya fue desvirtuada por científicos que la relacionan con disminución de irrigación sanguínea en el cerebro. De manera que nos quedaremos sin saber.
Y esa ignorancia deriva en que no pueda descartarse ninguna posibilidad, por lo que debemos estar preparados para lo que venga. Porque qué tal por ejemplo que llegue uno a cuadrar caja al otro toldo y le informen que el trámite siguiente es escoger en qué quiere reencarnar. Cómo así, dirá uno, a mí nadie me había comentado nada al respecto y por lo tanto necesito tiempo para digerirlo. Pues hágale rápido mijo, aconsejará el encargado, porque pierde el turno y para conseguir otro le toca esperar lo que se demora un viaje a Plutón; no crea que eso es como hacer autorizar un medicamento en la EPS.
Lo primero a preguntar es si la reencarnación es en un ser humano y si puede optarse por otra raza, color o religión. De ser así pienso de inmediato en los escandinavos, pero al momento recuerdo que esa gente vive la mayor parte del año bajo cero y qué pereza. Al lejano oriente ni riesgos porque seguro me toca aprender a hablar chino o japonés y ahí sí pierdo el año. Al continente negro tampoco le jalo, ya que puedo ir a templar a una tribu de esas en las que al cumplir la mayoría de edad le rebanan la punta del pipí con un machete oxidado; y a las mujeres también les echan cuchilla.
Uno bien nervioso por tener que tomar semejante decisión así, de afán, y seguro el otro acosándolo: Qué hubo pues papá que no tenemos todo el día, espabile a ver… Entonces, después de hacer un repaso por los diferentes continentes y de encontrar ventajas e inconvenientes, lo más sensato será repetir en este sufrido país; es mejor malo conocido… Ya con el destino escogido, sigue informarle al fulano que en ese próximo paso por la vida quiero ser… ¿Quiere ser?, oigan a este –interrumpe el otro-, como si aquí fuera escogiendo. O acaso usted cree que alguien va a optar por reencarnar en desplazado, ‘destuquiador’ de inodoros, habitante de la calle u otro destino por el estilo. No mijo, debe llenar un formulario y esperar a ver qué le sale; y no se haga ilusiones que es más fácil ganarse el Baloto que lograr algo aceptable.
Como todo hay que preverlo, es mejor prepararse por si a boca de jarro le espetan que la reencarnada es en animal; y tampoco podrá elegirse ya que todos querríamos ser león, elefante u oso polar para que no nos correteen. Pienso que en ese caso sí toca meter una palanca u ofrecerle un billetico al encargado a ver si colabora. Qué tal que me toque volver a este mundo convertido en ratón o en culebra, con el fastidio que les tengo; o en murciélago, para volar a ciegas y luego llegar a dormir colgado del techo; y lo peor, en perro, que aunque a primera vista aguanta, de solo pensar en ese vicio que tienen los canes que cada que se topan con un semejante proceden a olerse el fundillo… ¡Gaquis!
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