Nos damos contentillo con el cuento que vivimos en una democracia, el mejor y más equitativo de los sistemas de gobierno, donde es el pueblo el que elije y cualquier ciudadano tiene la oportunidad de alcanzar los más altos peldaños del poder. ¡Pamplinas!, que en lenguaje coloquial quiere decir pura paja. Siempre mandarán los mismos porque un pueblo ignorante y necesitado es fácil de manipular, mientras el poder económico y las grandes mafias manejan los hilos tras bambalinas, para que las marionetas de turno repitan su discurso hasta hacerlo parecer creíble.
Y nosotros ahí, como borregos, no hacemos más que renegar y lamentarnos de nuestros dirigentes pero al momento de votar elegimos a los mismos. Sí, los mismos gamonales, las mismas familias, los mismos grupos políticos, el mismo cuento de siempre. Los caciques tradicionales envejecen mientras calientan banca en el Congreso y cuando ya están gagás, le dejan la silla al delfín de turno sin importar que sea un pendejo sin ningún tipo de merecimiento. Y hasta los que van a templar en la cárcel por bandidos y corruptos, se dan el lujo de endosarle su caudal electoral a un familiar cercano para no soltar esa teta inagotable.
Las campañas para escoger mandatarios, congresistas, diputados y concejales deberían ser fiestas de civismo, solidaridad, camaradería, alegría y sano enfrentamiento, a diferencia de estos circos risibles y vergonzosos que debemos sufrir cada cierto tiempo. La llegada de la temporada electoral se ha convertido en un tormento difícil de sobrellevar para los colombianos, porque la avalancha de información nos agobia; una detestable contaminación visual, publicidad sin compasión por todos los medios de comunicación, concentraciones populares, discursos y verbenas, caravanas urbanas con pitos y cornetas, llamadas telefónicas y volantes alusivos por debajo de la puerta. Todo adobado por la porquería y la bajeza que hacen su aparición al momento de injuriar al contrincante.
Por fortuna el tiempo pasa y falta poco para superar esta horrible noche, porque estamos hasta la coronilla. Con el agravante que no hay un candidato que convenza definitivamente y esta es la hora que muchas personas no han decidido por quién votar. Además, el ciudadano independiente y autónomo que ejerce su derecho a elegir libremente lo hace a conciencia, convencido de que quienes actúan como él pueden lograr el tan esperado cambio, pero se equivoca de cabo a rabo porque al final sale ganador el que tenga la mejor maquinaria para transportar a su clientela hasta las urnas.
Sabremos muy pronto en qué termina este zafarrancho, aunque todavía queda una semana de guerra sucia y marrullería. Como la denuncia que hizo el expresidente Uribe respecto a los tratos del narcotráfico con el gobierno actual y al citarlo la Fiscalía para que amplíe y sustente su acusación, se da el lujo de no asistir; cuando resuelve ir no aclara nada y aprovecha la diligencia para echarle tierra a sus contrincantes, mientras trabaja en el apoyo al candidato de sus afectos. Bonito ejemplo el de un personaje que ocupó el primer cargo del país, porque cualquier parroquiano se creerá con derecho a calumniar a su vecino sin tener que dar explicaciones a nadie. Y si lo cita la justicia, tampoco va.
En esta guerra sucia por alcanzar la presidencia todo se vale y para ello la campaña del candidato Presidente apeló de nuevo al tal JJ Rendón, personaje siniestro que no se para en pelos al momento de hacer su trabajo. Tiene licencia para pisotear a quien quiera, sembrar cizaña, calumniar y demás triquiñuelas, mientras los dirigentes de la campaña miran para otro lado. Al mismo tiempo sus más cercanos contrincantes recurren a delincuentes cibernéticos para escudriñar en las comunicaciones del adversario hasta encontrarle algún pecado. Todo se vale sin importar el daño que puedan causar, y a sabiendas de que con su proceder aumenta el repudio de los colombianos hacia la dirigencia política.
Supongo que a segunda vuelta pasan Santos y Zuluaga, y ahí les sonará la flauta a los conservadores ya que serán ellos quienes decidan; porque los votos que obtenga Peñaloza no son endosables, debido a que provienen de los inconformes, de la ola verde que apoyó a Mockus, del voto en blanco de las recientes elecciones parlamentarias, de quienes buscan una opción diferente. En cambio la clientela azul es fácil de traspasar por ser votos amarrados y cada gamonal sabe cuántos aporta su feudo electoral.
Para nuestro departamento es una elección histórica en la que un coterráneo tiene mucha opción de llegar a la Presidencia, y de salir elegido, debemos fiarnos en que tenga autonomía para gobernar. Porque aunque es un hombre recto, inteligente y muy preparado, para nadie es un secreto que su cara no es conocida en el país y que la mayoría de los votos que obtenga no le pertenecen. Confío en el buen juicio del doctor Óscar Iván para que cuando coja las riendas del gobierno no eche por la borda lo que se ha logrado en las conversaciones de La Habana. Ese cuentico que le van a entregar el país en bandeja a la insurgencia está mandado a recoger, porque está claro que lo que allá se negocie debe ser refrendado por todos los colombianos. Si no estamos de acuerdo, pues no le jalamos y punto.
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