Sin duda este proceso electoral ha pasado sin mayor interés para los colombianos, de ahí el gran porcentaje de ciudadanos que aún no han decidido por quién votar. Tal situación podría traducirse en un alto abstencionismo para el 25 de mayo, lo que sería devastador para la legitimidad del próximo Gobierno. Los ciudadanos no logran encontrar los puntos que identifican las propuestas de los candidatos y por tanto desconocen desde su particular interés, cuál de ellos los beneficia más.
El hecho es que las campañas y los medios de comunicación se han ocupado más por los ataques personales y los antecedentes de los postulantes que por difundir sus programas de Gobierno. De ahí las sorpresas futuras cuando el Gobernante en su plan de desarrollo incluye políticas que algunos no entienden o aceptan. -Recordemos que por disposición legal, el plan de desarrollo del futuro Presidente, debe estar atado al programa de Gobierno propuesto-. Es importante que los colombianos conozcan las posturas frente a la educación superior, la reforma a la justicia, la salud Etc. Ojalá que en lo que queda del debate, los ciudadanos evidencien a profundidad las propuestas y proyectos de cada uno de ellos.
Muy a pesar del alto desprestigio del congreso de la República, en las pasadas elecciones la votación para elegir representantes y senadores fue importante, entre otras razones, porque el congresista tiene mayor cercanía y goza de aprecio por parte de su electorado. Caso contrario ocurre en la campaña presidencial, donde la ciudadanía poco se interesa por el resultado y siente que la dirección del país no cambia cualquiera sea el resultado electoral.
Y es que la paz es el elemento diferenciador entre los candidatos que puntean en las encuestas. En cuanto a la internacionalización de la economía (tratados de libre comercio), la política del pasado Gobierno y la del presidente Santos ha sido constante. El manejo económico del país ha mejorado, superando naciones que en el pasado se constituían como importantes referentes. El problema agrario viene de décadas y poco se ha avanzado en la materia, reconociendo que este Gobierno ha invertido muchos más recursos en los cafeteros y apropió para el campo una suma muy importante en el presupuesto de esta vigencia.
La paz debe ser un propósito Nacional. Causa extrañeza que quienes no han sido víctimas y nunca han padecido los horrores de la guerra, son quienes menos acompañan el proceso. Se evidencia la falta de solidaridad de algunos ciudadanos que en ciertos casos, casi que justifican a los victimarios. Recordemos que ya son más de seis millones los compatriotas víctimas del conflicto armado que a la fecha todavía reclaman verdad, justicia y reparación. Es hora de que la dirigencia de este país deje atrás la página de la violencia y ocupe su tiempo en resolver los problemas sociales de la Patria. Así suene repetitivo y retórico, ¿cuánto avanzaría el país si el presupuesto de la guerra se destinara a la superación de la pobreza y la inequidad?
Es precisamente eso lo que está en juego en este debate electoral, o resolver de una vez por todas el conflicto colombiano, a través de los mecanismos de la justicia transicional, -que en modo alguno significa impunidad-, o apostarle a la derrota militar sin plazo determinado y con más víctimas en el futuro.
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