Proverbios 9, 1-6; Salmo 34; Efesios 5, 15-20; Juan 6, 51-58
Te propongo que entres con cuidado en las lecturas de este día, porque ellas responden a un deseo que tienes inscrito en todo tu ser: el deseo de vivir verdaderamente y ser feliz. No saber vivir produce la infelicidad. Mejor dicho, vivir es todo un arte, el cual debe aprenderse. Sólo que podría preguntarte: ¿cómo aprendo a vivir si no hay quién me enseñe? En realidad parecemos en nuestra existencia como quien, por no saber, camina a tientas probando todo lo que le aparece para ver si “alguna cosa” puede satisfacer este deseo de vida inscrito en el corazón del ser humano. Obviamente falta la sabiduría, el conocimiento, la experiencia, la sensatez; contrarios a la necedad, a la ignorancia, a la inexperiencia.
El libro de los Proverbios personifica la sabiduría. Dice que ella “se ha construido su propia casa y ha plantado en ella siete columnas”. Este detalle de las columnas significa que la casa es verdaderamente lujosa, valiosísima. Podríamos preguntarnos ¿para qué tanta belleza, para qué tanto derroche de dinero y materiales? La respuesta es asombrosa: para ofrecer allí el banquete preparado por ella misma a todos los que no poseen el conocimiento, a los inexpertos, a quienes les falta la capacidad de descubrir dónde está el bien y dónde está el mal, a todos los necios, es decir, a quienes no han sido capaces en su vida de adquirir la verdadera sabiduría de la vida, el arte de vivir, porque nadie se los ha dado a conocer.
¿Qué contiene este banquete? ¡Tremenda noticia para ti hoy! Si participas de este banquete ofrecido en tal casa, podrás entender el sentido de tu vida; podrás descubrir por qué sufres; para qué se dañó el negocio; para qué se deshicieron todos los planes que habías construido con tus propias fuerzas; te darás cuenta de lo que es verdaderamente importante y esencial en tu vida para ser plenamente feliz; en fin, adquirirás la sabiduría.
Tu quieres esto ¿verdad? ¡Ah! Pero claro, estaba esperando tu pregunta: ¿Padre…cuánto cuesta la boleta de ingreso, yo quiero entrar... Qué alegría me da poder darte respuesta: el anfitrión del banquete ha enviado a unos servidores, los ves en las esquinas de toda la ciudad, son mensajeros que están gritando: “¡Atención, sedientos todos! Acudan, vengan a comer, entren a la casa, también los que no tengan dinero, coman sin pagar! ¿Para qué gastan el dinero en lo que no alimenta? Y el salario ¿en lo que no les puede dejar satisfechos? ¡Escúchenme y podrán comer bien, podrán vivir; presten oído, vengan a mí! (Cfr. Is 55,1-3). Cómo es posible: ¿es gratis? Sí, la Sabiduría es Jesucristo en persona, y Él mismo ha construido su casa en tres días, ella es su cuerpo que es la Iglesia; Él mismo es el banquete, el alimento único y verdadero que te hace plenamente feliz; Él ha destruido la muerte y ha resucitado para que tengas la vida en abundancia, para que puedas amar sin límites; Él ya pagó por ti, puedes comerlo en la Eucaristía gratis, sin méritos tuyos, sólo te espera: ¡por favor, no le dejes el banquete preparado! ¡No dejes el puesto vacío!
Miembro del Equipo de Formadores en el Seminario Mayor de Manizales
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015