Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Las cifras aterran, escribió Osvaldo Hernández en su artículo titulado ‘Lo barato le sale caro al Once Caldas’ con el que denuncia 78 jugadores contratados en los últimos 4 años bajo la administración Kenworth de la Montaña.
Desde 2013 cuando esa firma propiedad de Jaime Pineda adquirió el paquete mayoritario de acciones se ha pasado de futbolistas costosos, reconocidos y útiles, a inactivos, suplentes, de bajo perfil, y hasta lesionados.
Total, los resultados muestran los errores cometidos, la ineptitud de los encargados de sugerir y adelantar las negociaciones, el real aporte de los consultores, y un flojo producido en el campo con eliminaciones sucesivas.
Responsabilidad de la gerencia deportiva, lo que en condiciones normales exigiría un relevo, y la necesidad de una aplicación distinta en cuanto al modelo para investigar los refuerzos invocando un sentido más profesional y competitivo.
Conocimiento, atrevimiento, gestión, son cartas básicas para acertar, y aquí parece que lo importante es que sean económicos, estén como estén –caso Montaño– y ante esa axiomática predisposición de jugarle a la suerte.
Se empezó hablando de Leandro Velásquez y Jonathan Estrada –ciertamente diferentes– y al parecer ya los descartaron para quedar en Julián Guillermo y Fabián Burbano, emergentes permanentes por donde pasan.
Y es preocupante que el técnico Hernán Lisi –sin que nadie lo advierta– vaya a incurrir en las mismas equivocaciones de Javier Torrente. Traer tres extranjeros para posiciones defensivas es un despropósito.
Entre otras, valdría la pena que hicieran una revisión y sacarán un porcentaje de los foráneos con alto nivel en nuestro fútbol para que comprueben que, exceptuando los arqueros, pocos logran sobresalir.
Los del exterior no son influyentes al presupuesto que llegan y el propio Once Caldas tiene una lista larga de fracasados: Alessandrini, Minadevino, Penco, Bonjour, Díaz, Curé y Noy, observando solo los torneos recientes.
Dirán algunos que Menosse, Lucena, y el ‘Pato’ Pérez rindieron, y es válido, pero ante tamaño universo la cifra no es significativa, por lo que las soluciones deben intentarse en escenarios distintos, y preferiblemente en Colombia.
La plata hay que gastarla en jugadores que hagan la diferencia, y aunque el entrenador manifiesta que requiere equilibrio porque el equipo de muchas ventajas en defensa, aquí se consiguen, y la mecánica de funcionamiento la da el trabajo.
Característica principal del Once Caldas desde la época de Torrente ha sido la falta de talento, el inofensivo ataque y la ausencia de gol, que tampoco Lisi supo desarrollar, y ahí es donde tienen que procurar las mejoras en la plantilla.
Tolima y Bucaramanga dan ejemplo de la manera cómo se deben armar equipos baratos, funcionales, equilibrados y competitivos. Insisto en que es cuestión de buen ojo, relaciones, y dominio del mercado. Manos a la obra.
P.D.: A mediados de enero Dios mediante reaparecerá esta columna. Tomaré unos días de descanso para el reencuentro familiar y para ir a los carnavales de Riosucio, la más genuina y bella fiesta del mundo. Agradecimiento a quienes me honran con su lectura, y a los directivos de LA PATRIA por su gentileza que supera los 22 años de presencia dominical.
Hasta la próxima…
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