Fuera de sus libros de belleza radiante, Sándor Márai tuvo la paciencia de cubrir su propia ruta en varios tomos que él los tituló sencillamente como "Diarios". Borges utilizó de notario a Adolfo Bioy Casares de lo mucho que pensó y para que recogiera las homilías que pronunciaba desde el púlpito asombroso de su sabiduría. Saramago hizo bocetos líricos de su día a día en el refugio de su alcázar de oro. Márai, con un decorado intelectual perfecto, nos dejó la visión de lo que sus sentidos percibían.
En los años finales Márai se derrumbó. Confesó que por el ojo izquierdo "no veo nada" y por el derecho todo es "borroso". Estaba exiliado en los EE.UU., su familia poblando los cementerios, muy viejo él y en etapa terminal su compañera. Lo suyo era un engranaje de desventuras. Primero claudicó Ilona. Resistiendo la adversidad en clínicas que frecuentemente visitaba, casi ciega, Márai intuye que ella está ingresando aceleradamente al territorio de los muertos. Frente al golpe de esa realidad, comienza a rumiar sobre lo que iba a significar el boquete del aislamiento, viudo, sin amigos y en un país que no era el suyo. Exclama: "La verdad es que me siento tentado a abandonar este mundo, porque no me necesita ni se da cuenta de mi
presencia".
Ilona, su mujer, avanza hacia las tinieblas insondables. Sometida al trajín de las camillas, impotente para valerse por sí misma, exclama: "!Qué lento muero!". Cuánta verificación fatal encierran esas palabras en boca de una moribunda incapaz de acelerar la hora final. Le estorba el cuerpo, se siente engrillada por el fatalismo que la tiene reducida en un camastro, convertido su esqueleto en un testamento de martirio. Esa frase es la claudicación de quien no resiste más, y clama por una rápida muerte.
Márai se transformó en un personaje desolado. Absorbe el amargo zumo de su propia vejez. Exclama: "El ojo, los oídos, todo comienza a darme problemas. Al final los viejos no son ni oídos ni ojos". Su introversión queda reflejada en estas palabras: "Soy un espantapájaros, un cachivache destinado a los estantes de un museo, un insecto enclaustrado en ámbar". Concluye con este lampo fulgurante: "A veces me siento como un recuerdo de mí mismo". Este último fragmento, -lacónico-, es un compendio grandioso de su existencia
atormentada.
A Márai lo crucificó la obsesión del calendario que se agota. "Tengo miedo de no aceptar la muerte cuando me llegue la hora" y agrega "La muerte está muy cerca, percibo su aliento, su olor".
Sí, la muerte con su rostro macabro. Esa idea estampillada en su cerebro, la mima, la rechaza, la invoca y detecta su emanación corrupta. Esos presentimientos negativos lo taladran con tortura masoquista. Se atrinchera en subterfugios evasivos para no ahogarse en la soledad.
Márai tuvo el demente valor de programar su suicidio. Requirió de los vendedores de la pistola que le enseñaran su funcionamiento para no fallar en la noche del cataclismo. Lo cercaron las desgracias desgranadas todas a un mismo tiempo. Vetaron la circulación de sus libros en Hungría, su país natal; anciano; con un batallón de enfermedades que lo reducían a la impotencia; los ojos vencidos le obstaculizaban su manía de leer; muerta Ilona, su compañera por sesenta años; aislado en un insoportable mundo vegetativo; sin amigos para paladear la desventura de su destino. Cierra este circuito de adversidades la lejanía de Kassa el diminuto terruño amado en donde nació, sin poder recorrer de nuevo las montañas en donde expandió sus pulmones juveniles, sin el paisaje que lo preñaron de lontananzas, sin el murmullo de las quebradas en donde aprendió los aleteos acuáticos. Solo, siempre solo, perdido en un espacio que le era extraño. Lo dijo Eurípides en la tragedia "Medea": "No hay pena superior a la de estar privado de la tierra patria".
La vida fue hostil para Márai. Su vocación literaria fue matizada por la mala suerte que lo convirtió en un itinerante sin fortuna. Pero quedó para la posteridad su jerarquía insepulta de escritor.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015