Podríamos decir que lo más característico de nuestra región es el café; es parte de la historia, está en la tierra, ha sido motor de la economía, lo llevamos en la sangre y en nuestra cultura. Sin embargo, hay un sello anterior al cultivo del café que nos caracteriza y nos diferencia de nuestros vecinos, me refiero a la topografía. Caldas es el departamento que, en proporción al territorio, tiene el relieve más montañoso del país, con alturas que van desde 170 metros sobre el nivel del mar en La Dorada, hasta los 5.400 en el Nevado del Ruiz, una de las montañas más altas e imponentes de Colombia. Es sorprendente como estas diferencias de altura se manifiestan en cambios en la naturaleza y se sienten en el clima, en la vegetación, en la luz, los colores y las texturas de todo el paisaje. Este es el recorrido que, con ojos de turista, seguimos haciendo por el departamento, nuestra más reciente ruta fue al Parque Natural los Nevados; uno de los sitios emblemáticos de Caldas es el Nevado del Ruiz, pero no se trata solo del nevado que por la erupción de ceniza muchas veces ya no se ve nevado y que, probablemente como parte de la evolución natural y tal vez del cambio climático, en unos 30 años ya no tendrá nieve. Aunque el hielo ha sido parte del encanto, hay otras cosas igualmente interesantes y maravillosas que debemos incorporar en nuestras historias para invitar y enamorar a otros.
Con una extensión de 58.300 hectáreas y una edad aproximada de 2 millones de años, el parque es una increíble reserva natural con recursos hídricos para 37 municipios y una cantidad impresionante de especies de fauna y flora; además del volcán nevado del Ruiz, allí se encuentran los nevados de Santa Isabel y Tolima, y los paramillos de Quindío, Cisne y Santa Rosa.
Si le gusta la naturaleza, tiene disposición para caminar, no tiene problemas de salud relacionados con la altura y tiene la ropa adecuada, es hora de subir a este sitio privilegiado. El recorrido empieza en Manizales y toma cerca de una hora, preferiblemente en un vehículo adecuado para subir por carretera destapada. Por la ruta Manizales-Bogotá y después de pasar la zona de Sabinas donde hay una parada obligada, por los trabajos de infraestructura que se desarrollan en esta vía, se llega al parador turístico La Esperanza, una bellísima estructura en guadua, diseño original del arquitecto Simón Vélez, un espacio con un gran potencial que hoy está desaprovechado y ‘pide a gritos’ un buen acondicionamiento y servicios de calidad para el visitante que hace su primera parada antes de llegar al Parque. Si va con un guía, él lo irá ilustrando sobre lo que pasa en el entorno y también le dirá como hacer el ascenso; no comer demasiado, mantener las ventanas abiertas para que el organismo se vaya adaptando y, aunque sienta que se está congelando, abrigarse poco a poco a medida que va subiendo.
En el sitio denominado las Brisas, a unos 4.050 metros de altura, el equipo de guías del Parque ofrece información técnica sobre la visita, mientras se toma un té de coca con panela para ayudar a soportar la altura; allí empieza un recorrido de 10 kilómetros en carro, por la carretera más alta de Colombia, que además es la tercera en América Latina y la cuarta en el mundo. Durante este recorrido se hacen algunas estaciones que sirven para adaptarse a la altura, ver el paisaje y, si está de buenas, tomar fotos de un paisaje exótico mezcla de arena, rocas, nieve y cielo azul. La primera estación es la de Aguacerales, a 4.070 metros de altura, donde están los últimos valles de frailejones y otras especies; la segunda estación, a 4.250 metros, es el Valles Lunares, con un paisaje más desértico, con rocas parecidas a los registros de la luna y donde se siente con mayor fuerza el clima y las condiciones de páramo. El Valle de las Tumbas es la tercera estación, a 4.330 metros, desde donde se observa el Cañón Molinos por donde bajó parte de la avalancha que destruyó al municipio de Armero en noviembre de 1985. En este sitio se siente de verdad la altura y el viento golpea con mucha fuerza, pero también es un paisaje magnífico que nos conecta con la grandeza de la creación.
Al bajar del Parque, con todas estas sensaciones maravillosas de la montaña y pensando en términos de turismo, es claro que tenemos un territorio con un gran patrimonio natural, cultural e histórico, con posibilidad de ofrecer experiencias únicas y memorables. No obstante, para convertirnos en una oferta atractiva y sobre todo, para hacer del turismo un motor de desarrollo económico para la región, se requiere articular esfuerzos alrededor de un propósito común que permita enfocarse en lo prioritario para ir avanzando y cumpliendo metas de corto, mediano y largo plazo; temas como infraestructura, equipamiento y cultura de turismo son esenciales y realmente son una brecha muy grande para la oferta. Invitaría a todos los actores relacionados con el Sector, tanto públicos como privados, a poner en la agenda de la Ciudad Región, el turismo como una prioridad y desde ahí articular esfuerzos y recursos para avanzar en la dirección correcta porque, tener algunos sitios con un bonito paisaje y una variedad importante de especies endémicas de fauna y flora, con una infraestructura de turismo mínima, no es suficiente para generar experiencias significativas, lograr resultados con impacto y posicionar a Caldas en el mapa del turismo mundial.
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