Alguna ocasión muchos nos vimos desfilando en sencilla pasarela estrenando vestido; en nuestro pueblo o barrio vivimos aquella emoción gracias a la actividad casi siempre cariñosa de aquel sastre experimentado, aquella modista o costurera cuidadosa de encajes, botones y medidas.
Esto podemos resaltarlo hoy con aplauso y felicitación porque es el día dedicado a reconocer la profesión del sastre, la modista o costurera que contribuyen a embellecer existencias, resaltar elegancias y presentar en nuevo vestido a quien estrena y luce con donaire la creación brotada de sus manos.
Estos creadores de moda y belleza son similares al director de orquesta que sabe aunar los violines, las trompetas, la percusión, los instrumentos de teclas hasta hacer brotar una sinfonía con matices de serenidad, alegría y vibración.
Así son nuestro alabados creativos de moda; con paciencia sonriente, delicadeza de artista y trazos de afecto logran aunar en una obra final el vestido, el pantalón, la falda, la camisa; con impulso de precisión y destreza en su obra de la moda llevan adelante la unión del hilo, la aguja, el metro, la tela, los botones, el dedal, las tijeras, la plancha, la máquina de coser, la tiza.
A su espacio creativo lucen el bebé y hasta el viejo en un desfile de edades y profesiones de la vida; todos reciben el arropamiento oportuno; cosen con sus telas expresiones de gozo, luto, ceremonia, baile, grado, paseo por la playa o la calle real.
Felicitaciones hoy a estos artífices de belleza trenzada en nuestro cuerpo, caminar y risa; cosen el país nuevo en cada puntada, hacen Patria y embellecen con círculos líneas o flores el andar airoso de quien estrena ropa convertida en moda de arte y olor nuevo; los dibujos de las telas y los encajes del vestido nos adornan con un jardín que se mueve en la alegre danza de la esperanza en pasarelas de ego acariciado.
Nos dan el lujo y la alegría de estrenar, de vestirnos de nuevo, de sentir el fresco o el calor, de sentirnos en gracia y lucimiento, de crecer en ilusión y belleza.
El mismo Jesús de Nazaret lució por los senderos la túnica tejida por las manos de su madre con plegarias de amor que terminó entre juego de dados esa noche donde se vivió el duelo entre la vida y la muerte que vistió de luz brillante el vientre oscuro de la noche con el fuego creciente de la resurrección.
Me gusta el tejido de los sencillos sastres y las cariñosas modistas que hacen posible que a sus bellos hogares llegue ganado en buena lid el pan de cada día para los hijos pequeños.
Canto de gratitud y cariño por estos artistas del paño y las agujas; el Señor sigue vistiendo la tierra arropando a los seres por la mano del sastre y el canto de su máquina.
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