Durante siglos la humanidad buscó la manera de frenar el ímpetu del viento al entrar a la casa, el impacto del frío que como azote golpea los ámbitos, la alegría de poder abrir ventanas para ver hacia afuera sin el peligro de que entre la lluvia, frío, animales o ladrones; el anhelo era grande para tener la luz del día en el recinto cerrado de vivienda o trabajo.
Desde muy remota época ya se conocía el vidrio como invento seguro para cumplir los deseos expresados antes; es uno de los inventos más antiguos pues ya los Egipcios lo conocían y los Fenicios disfrutaban de sus ventajas.
Según el historiador Plinio se supone que un barco cargado de nitro naufragó en una playa arenosa; los marineros prepararon una hoguera para calentarse sobre el terreno mezcla de arena y nitro; grande fue la sorpresa al comprobar que con el calor el nitro y la arena formaban una capa transparente y dura, cual hielo delgado y fino; desde allí siguieron perfeccionando tan útil descubrimiento que ahora es el conocido vidrio que ya con variedades de composición sirven para ventanas y hasta edificios.
Ya vemos el vidrio en amplio servicio y utilidad no solo para casas y edificios sino para automóviles y vitrinas que permiten poner a la vista lo que se ofrece sin el peligro de quedar a disposición de los que roban lo ajeno.
Ya el vidrio ha llegado a alta gama de presentación en dureza, color, amplitud, grosor; gracias al vidrio la vida es más cálida, segura y bella; de tanto usarlo olvidamos el valor de la mente humana que es capaz de llegar a tantos inventos al servicio de la humanidad; la mente es indudablemente un poder dado por Dios al hombre para ser utilizada en bien de los demás y no en la creatividad de hechos de maldad o perjuicio de los demás.
Qué bueno ser como el vidrio: atajar todo mal o peligro que afecte a los hermanos y pasar desapercibidos; librar a tantas personas de peligros que a diario se presentan.
Si quiero ser útil como el vidrio debo recordar que un vidrio sucio no permite el paso de la luz y el color en su belleza sino que para ello debe estar ajeno a toda suciedad, estar en limpieza casi total; de igual manera mi vida debe ser limpia, ajena a toda suciedad para dejar que la luz de la verdad y la belleza del bien lleguen a quienes me rodean.
Seamos sinceros, limpios de corazón, transparentes en la acción y estaremos contribuyendo al bienestar y felicidad de los que nos rodean. Es bueno ser como el vidrio.
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